Fragmento de un diálogo entre dos señoras que escuche está mañana en una verdulería de Cholula.

- ¿Qué pasó? ¿Ahora las uniformaron?

- Sí, nos dijo la señora que lo hizo para que nos sintiéramos más cómodas

- Y... ¿sí?

-No, la verdad es que está bien delgatido, se cuela el frío y es bien incómodo pero como la señora ya nos lo dió, ahora nos lo tenemos que poner.

Una de las cosas que llamó mi atención en las primeras caminatas que tuve por el centro de la ciudad de Puebla, allá por 1998, era el aviso escrito en un templo católico que está en Reforma, casi llegando al zócalo que anunciaba: Viernes, catecismo para sirvientas.

Nunca entendí muy bien el objetivo de esa especialización en el adoctrinamiento (por no llamar discriminación, ¡dios nos libre!) en esa religión. ¿Quiénes calificarían como sirvientas? ¿Las personas que sirven a los demás o sólo las indígenas que llegan de la sierra a trabajar en casas de lujo? ¿Les machacarían mucho eso de que el reino de su dios es de los pobres, para que no pidieran aumento de sueldo? ¿Les pondrían un mandamiento extra que dijera: obedecerás a tu patrona? ¿Qué enseñanzas destinadas a las sirvientas (lo recalco, así lo decía el cartel) no podían ser oídas por las hijas de las casas adineradas? Quién sabe, el cartel desapareció hace un par de años y nunca tuve la precuación de preguntarle al cura los objetivos que perseguía.

No puedo negar mi desprecio a los uniformes de las personas que hacen el trabajo doméstico. ¿Qué se busca con ello? ¿Evitar que las visitas piensen que la señora que está en la cocina es la tía de la dueña de la casa? ¿Mostrar en los restaurantes (a donde van las familias con chiquillos insoportables que deben ser soportados por las chavas uniformadas) que no es de su familia la persona que tiene la engorrosa tarea de darle de comer al niño mimado-malcriado?

Según cifras del CONAPRED (Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación) Mexicana, 2.2 millones de personas se dedican al trabajo del hojar, de las cuales 1.8 millones son mujeres es decir, se trata de un trabajo feminizado y es mayor el grado de vulnerabilidad de las mujeres que lo realiza.

El 76.8% de las personas que realiza el trabajo doméstico tiene un nivel socioeconómico bajo o medio bajo.

En nuestro país -segun el CONAPRED- las personas trabajadoras del hogar sufren discriminación 
múltiple por su apariencia, su edad, su condición socioeconómica, su pertenencia étnica y su orientación sexual.

Más datos, segun la ENOE (Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo) 2011, el 32.2% de las trabajadoras ganan el salario mínimo o menos, 40.4% de uno a dos salarios mínimos, y 21.1% tienen un ingreso mayor a dos salarios mínimos y ¡El 0.4% de las trabajadoras del hogar no reciben ingresos por el trabajo realizado!

Las trabajadoras del hogar no tienen horarios fijos, no se les pagan horas extras y sus jornadas son por lo general muy largas.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, al cuarto trimestre de 2011, debido a los bajos niveles de ingreso, tres cuartas partes de las trabajadoras del hogar no tienen ningún tipo de prestación social (36.3% recibe aguinaldo y sólo 25.8% tiene vacaciones con goce de sueldo).

El 96.6% no tiene acceso a servicios de salud. No tienen Seguro Social.

Su escolaridad es muy baja y no tienen estímulos de sus patrones para continuar sus estudios (a lo mejor porque si se educan o instruyen, no permitirían los abusos. Eso no lo dice el CONAPRED, eso lo digo yo).

No tienen pespectivas de formar asociaciones sindicales y tienen que estar dispuestas a comer los sobrantes de la comida que se prepara en la casa que sirven.

En fin, se puede decir mucho más al respecto pero hoy, a la vista del 30 de marzo, Dia Internacional de las Trabajadoras del Hogar no quise dejar pasar la ocasión para decir que más que uniformes, deberíamos procurar otorgar TODOS los beneficios que como trabajador estas personas se merecen, no son dádivas, son derechos.

Por desgracia en nuestro México, con su gran tradición de opresión al más débil (siempre enorgullece tener esclavos), se ve difícil que un paso así se pueda dar sin la presión gubernamental suficiente.

Y luego nos preguntamos por qué México es así: violento. Podemos cambiarlo, ¿lo hacemos?

//www.conapred.org.mx/documentos_cedoc/Trabs-Hogar-DI-2012_ACCSS.pdf