Hace ya 6 años, en 2012, Juan Somavia, Director General de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) aseguró en su discurso conmemorativo del Año Internacional de las Cooperativas: “Las cooperativas actúan como motores del crecimiento económico, ya que representan un modelo empresarial dinámico y flexible en las esferas de la producción, la comercialización y la prestación de servicios. En todo el mundo, aproximadamente mil millones de mujeres y hombres participan en cooperativas, las cuales generan unos 100 millones de empleos. En 2008, las 300 cooperativas más importantes, las cuales operan en diversos sectores, como el de la agricultura, las finanzas, el consumo, los seguros y la salud, generaron unos ingresos de 1,6 billones de dólares. Al mismo tiempo, las cooperativas brindan a los operadores más pequeños la oportunidad de mejorar su producción y sus ingresos”.

En México tenemos cooperativas grandes, influyentes y exitosas, como es la cooperativa La Cruz Azul, también tenemos cooperativas pequeñas y recientes, sin embargo hoy todavía no contamos con conocimientos suficientemente sistematizados y accesibles para consulta, ni con un modelo de capacitación, que impulse este importante sector empresarial.

En el siglo XIX el movimiento cooperativista comienza en México a partir de la creación de una cooperativa de Producción y Venta de sombreros en 1872, pero es hasta poco antes de la Revolución Mexicana que el movimiento tiene cierto auge, mismo que fue obstaculizado por la guerra que se libró en nuestro país en los primeras décadas del siglo XX.

En el periodo de la construcción del Estado mexicano, de 1920 a 1934 principalmente, las cooperativas comenzaron a mostrar un crecimiento interesante; el tipo de cooperativas que surgió entonces se concentró en tres ámbitos principalmente: producción, consumo y cooperativas mixtas. Estas cooperativas tuvieron como base la situación del reparto agrario, así como las políticas públicas de desarrollo nacional que se dieron en el país durante esa época. En este contexto, el 11 de enero de 1938, el presidente Lázaro Cárdenas impulsó la Ley Cooperativa, pero fue hasta 1994, con Carlos Salinas de Gortari, que la ley se actualizó.

Para  2013 se crea la Ley General de Economía Social y Solidaria y, aunque esta nueva Ley levanta polémica aún hoy, no cabe duda que las cooperativas gozan actualmente del reconocimiento internacional en general y de América Latina en particular, pues esta legislación fortaleció el movimiento y le dió más impulso para consolidarse.

De acuerdo con Medina & Flores, el número de cooperativistas en México, en 2015, ascendía a 12, 506 personas. En cinco estados de la República se concentran el mayor número de cooperativas, a saber: Estado de México, Jalisco, Nuevo León, Baja California y Guerrero. En  estas entidades están establecidas el 37.80% del total de las cooperativas mexicanas.

México necesita de más cooperativas para detonar el crecimiento económico, sin embargo una fuerte barrera que enfrentamos es la falta de organización entre la sociedad mexicana; según datos del Centro de Investigaciones Económicas Sociales y Tecnológicas de la Agroindustria y la Agricultura Mundial (CIESTAAM) “El 85% de los mexicanos no ha participado en grupos organizados, lo cual es un fiel reflejo de la debilidad de nuestro tejido social” (Muñoz, Santoyo & Flores, 2010, p. 14).

Otro obstáculo que debemos sortear es que carecemos de un acervo sistematizado sobre las cooperativas en México, sus mejores prácticas, o análisis de casos en los que se ponderen sus problemáticas y retos y donde se pueda aprender sus caminos de solución y/o el marco jurídico que las regula o las fuentes de financiamiento a las que pueden acceder. Construyendo este patrimonio y dando capacitación sobre formas de organización y cultura empresarial cooperativa, se puede lograr que este modelo empresarial se extienda y fortalezca a nuestro país.

Sin duda las cooperativas son uno de los mejores vehículos para la redistribución de la riqueza y para generar nuevas y vitales fuentes de desarrollo porque su quehacer incluye el desarrollo de las comunidades donde estas unidades de negocio operan y prosperan. Con las cooperativas se puede vislumbrar, sin duda, en mejor porvenir para nuestro país.