La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) señala en su informe que, en 2002, la fortuna de los cuatro mexicanos más ricos representaba el dos por ciento del producto interno bruto (PIB) mientras que para el 2014 ascendió al nueve por ciento. “La ineficacia de la desigualdad” es tal que los recursos económicos de los 10 mexicanos más ricos, equivalen al total de ingresos del 50 por ciento de los más pobres del país, es decir, de casi 60 millones de personas.

Este estudio fue presentado en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y en la investigación se miden y analizan los efectos de la falta de acceso a la salud y educación, los ingresos y la discriminación por género o condición étnico-racial en el país. El rector de la UNAM, Enrique Graue Wiechers, afirmó que el documento refleja la inequidad que, como un monstruo, se alimenta a sí mismo, “y si no la combatimos – advirtió-, nos destruirá por su propia ineficiencia”.  También Graue hizo hincapié en que “al crecer la pobreza y acrecentarse la brecha de desigualdad, las oportunidades escasean, la desesperanza crece; se generan tensiones sociales y con ello inseguridad. La cultura del privilegio alimenta la corrupción y las carencias de los satisfactores sociales conllevan a un deterioro ambiental”. Con estas palabras Graue ha pintado el cuadro de este México violento e injusto que hoy padecemos. La desigualdad en el ingreso es el círculo vicioso que perpetua el subdesarrollo y hace obsoleto aquello que con el esfuerzo y el estudio se sale de la pobreza y la marginación.

El actual estado de cosas en el país aniquila los sueños. No puede preverse un presente próspero y menos un futuro más luminoso y optimista, por lo que el equilibrio es tan precario que hoy también los más ricos y las clases altas, necesitan cambiar la realidad para acceder al mañana.

En el auditorio “Maestro Jesús Silva Herzog”, del posgrado de la Facultad de Economía, la Secretaria ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena,  puntualizó que el documento no se limita a hacer crítica y a analizar la realidad nacional, sino que propone una nueva generación de políticas fiscales con énfasis en el gasto público, pero sobre todo, en el combate a la evasión fiscal y los fondos ilícitos. Asimismo, la CEPAL se inclina por establecer la igualdad como un valor fundamental, un principio ético irreductible y condición esencial para un modelo de desarrollo viable y enfocado en el cierre de brechas. Bárcena profundizó: “Se trata de igualar para crecer, porque la desigualdad es injusta, ineficiente e insostenible, y genera instituciones que no promueven la productividad y la innovación; porque castiga la pertenencia de clase, etnia, género, y lleva a su máxima consecuencia la cultura del privilegio que naturaliza las desigualdades”.

Sin temor a exagerar, es factible asegurar que el paradigma económico que ha seguido México en los últimos 40 años ha sido no sólo concentrador de la riqueza sino generador de esterilidad y tensiones sociales que se acercan al quiebre. No es un paradigma inteligente, productivo, bueno, ni que genere prosperidad a la nación.

En esta trascedente presentación estuvieron también el director de la Facultad de Economía, Eduardo Vega López, y el académico Gerardo Esquivel, quienes consideraron muy valioso este estudio, tanto por su visión macroeconómica como por la profundidad del análisis de las diferentes dimensiones de la desigualdad. A la presentación del informe asistieron también el secretario general de la Universidad, Leonardo Lomelí Vanegas; miembros de la Junta de Gobierno; académicos y estudiantes de la FE y del Instituto de Investigaciones Económicas, además de funcionarios de la CEPAL, por mencionar a algunos de los asistentes más reconocidos.