El triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos de América, nuestro principal socio comercial y vecino, representa un desafío histórico para México en dos líneas: primero entender una política más directa y de mano poco tersa; y la oportunidad de meter mano en algunos temas que han resultado desventajosos para México y para millones de mexicanos en lo que se refiere al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

El primer ejercicio para los mexicanos en su conjunto, y en especial para los tres poderes de la federación es, dejar de tratar de entender el fenómeno Trump a partir de los paradigmas propios y viciados de la política al estilo de México.

Resulta risible como los grandes gurus y pensadores de los medios mexicanos no vislumbraron el triunfo de Donald Trump, fieles a la “mojigatería política” que distingue a las formas y tradiciones del ejercicio político en México, a todos los agarró fuera de lugar.

Algo pasó por la mente de Luis Videgaray impulsor de la visita de Donald Trump, decisión que le valió ser defenestrado públicamente del gobierno federal ante regocijo y júbilo de sus contrapartes y contrapesos en el gabinete del presidente Enrique Peña Nieto, una apuesta de alto que riesgo que no asegura inmunidad, tal vez sólo algunas prerrogativas, pero al final resultaran ventajosas para el presidente y ese selecto grupo que se adhirió a la propuesta.

En la práctica las cosas serán muy diferentes a como las piensan y transmiten en sus letras y comentarios la curia de informadores y generadores de opinión en México. Pero bueno, ¡así es México!.

Aun cuando Donald Trump es representante del partido Republicano, y este tiene una amplia mayoría en la Cámara de Representantes y en el Senado, las cosas son muy diferentes a México.

En México el Congreso de la Unión, difícilmente el partido del presidente en turno se atreve a tomar una decisión contraria a las enmiendas del Ejecutivo, en muchas ocasiones a la famosa “línea” hasta los partidos de oposición de adhieren sin levantar reclamos.

Si pensamos en la mayoría del partido Republicano en Estados Unidos a partir de la pobre realidad del Congreso mexicano, el análisis está completamente perdido.

¿Qué viene para México? En una rápida revisión algunos de los temas que simplemente no se verán destacan: un trato preferencial para México, una diálogo proactivo y favorecedor de la construcción de acuerdos, que eleven el rango de “patio trasero” a “jardín compartido”, una negociación del TLCAN favorable para México. Estos son tan sólo algunos temas que no estarán presentes en una agenda preferencial.

Pasando a los temas importantes, después de realizar algunas rondas en el software “Senturion”, basado en algoritmos de teoría de juegos arroja una serie de escenarios de alto interés para México, en este primer ejercicio explicaré dos que son de contraste:

1.Renegociación del TLCAN

Cuando se firmó el TLCAN uno de los capítulos que se acordaron con mayores deficiencias fue el agrícola, donde la proyección de la estrategia en el caso particular de México se enfrentó con un muro de hormigón representado por la burocracia de velocidad paquidérmica de la burocracia mexicana en las áreas de gobierno encargadas de atender este tema.

El capítulo agrícola del TLCAN avanzó más rápido que la capacidad del gobierno mexicano que incluye las administraciones de Carlos Salinas de Gortari (PRI), Ernesto Zedillo Ponce de León (PRI), Vicente Fox Quezada (PAN), Felipe Calderón Hinojosa (PAN), tiempo en el cual el campo se ha radicalizado en dos rostros contrastantes.

Tal vez sólo cabe una excepción en relación a Javier Usabiaga, titular de agricultura con Vicente Fox, con un bagaje como exitoso agricultor rompió el molde de perfil político de esa área. El guanajuatense imprimió un acelerador selectivo en ciertas áreas focalizadas a regiones específicas donde los agricultores particulares adoptaron las sugerencias de innovación. También hay que decirlo en otras regiones las resistencias fueron demoledoras, pero la visión de Usabiaga no encontró eco en el gobierno de Felipe Calderón quien prefirió regresar al modelo priista de privilegiar los perfiles políticos para atender los temas del campo.

Así el campo mexicano se gobierna desde la política y se rezaga desde la productividad y competitividad.

Un paréntesis puntual son los casos ciertas regiones del norte y centro del país donde la agricultura y ganadería privada, donde empresarios han logrado consolidar auténticos conglomerados agrícolas que han aprovechado el TLCAN, y otros acuerdos comerciales que abrieron sendas ventanas en los mercados de Asia. En estos casos en particular el impulso y espíritu emprendedor de los empresarios ha encontrado un aliento facilitador por parte del gobierno federal.

Pero la otra cara de la moneda es cruel, enmarcada en un franco abandono al campo y una migración hacia los Estados Unidos de América y hacia las grandes ciudades de México, desdibujando la estructura social en muchas regiones a lo largo y ancho del país.

El campo dejó de ser atractivo para la gente de las zonas rurales, donde una combinación perversa entre la falta de apoyos eficientes y subsidiarios por parte del gobierno federal y estatal, sumado a la idiosincrasia de la gente del campo en especial en los complejos estados del centro y sur de México, resulta en un derrotero para las aspiraciones de un campo que no vislumbra mejoría alguna.  

México tendrá una oportunidad valiosa en el proceso de renegociación del TLCAN, donde el gobierno mexicano y los sectores productivos involucrados podrán aprovechar para impulsar ajustes pertinentes en beneficio de sus sectores, en el caso particular del capítulo agrícola la situación es crítica y dependerá en gran parte de la capacidad del gobierno mexicano de entender y presentar un frente digno de negociación que resulte en algunos beneficios a mediano y largo plazo para el campo mexicano, en especial para ese campo que hoy está abandonado.

La oportunidad caerá en el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, y con una transición hacia quien resulte electo (a) en el 2018, quien tendrá que robustecer la propuesta que herede por parte de su antecesor.

2.Redefinición de la política de seguridad regional

El tema del muro fronterizo entre México y los Estados Unidos de América, es solamente un cliché para una política de Estado que ha manifestado con recurrencia cada administración del gobierno americano.

Una línea fronteriza de 3 mil 185 kilómetros donde concurren los grandes temas entre México y Estados Unidos. Para México es la puerta para la exportación de miles de millones de dólares que representan la utilidad de conglomerados empresariales, pero también la generación de miles de empleos directos e indirectos, así también el fortalecimiento de cadenas de suministro y productivas. Esta situación también se refleja para micro, pequeños y medianos empresarios exportadores que sostienen sus unidades productivas a partir de las oportunidades del TLCAN.

Para un gran sector de empresas de Estados Unidos la ventaja del TLCAN es enorme, a través de grandes cadenas de suministro comparten negocio con sus partes mexicanas. Esto representa un intercambio comercial qué sin importar la magnitud de las cifras, los beneficios en ambas naciones son de gran impacto.

Al margen de esta bonanza de relación económica, también existen otros nichos de mercado informal con vínculos directos con la delincuencia organizada, que representa una tendencia creciente de amenaza para la seguridad de los Estados Unidos, mientras en México es una amenaza permanente pero es ocupación del gobierno mexicano a través de sus instancias como la Secretaría de Gobernación (SEGOB) y la Procuraduría General de la República (PGR).

El tema de seguridad recibirá un respaldo histórico por parte de la administración de Donald Trump, en atención a la agenda prioritaria que incluye: narcotráfico, trata de personas, terrorismo, y sector energético debido al complejo sistema de gasoductos como los Ramones I y II que servirán para el suministro de gas.

Otro tema que saldrá a relucir en el tema de seguridad será lo relativo a la certeza jurídica para las inversiones de ciudadanos y empresas americanas en México. Una muestra fue la modificación constitucional realizada en la pasada legislatura en San Lázaro donde se concretó una reforma que permite a los norteamericanos tener propiedad privada en litorales mexicanos.

Hay que recordad que las empresas de Trump mantienen dos litigios en contra del gobierno mexicano y del gobierno estatal de Baja California en relación a inversión inmobiliaria del grupo del hoy presidente de los Estados Unidos de América.

Los jalones de orejas en el tema de seguridad no se harán esperar, y ahora sí, los encargados de la seguridad interior en México tendrán que salir a dar la cara a nombre del presidente de México para atender esos temas. Hay que puntualizar que ¡no todo es culpa del presidente Peña Nieto!, tiene Secretarios de Estado que deben dar la cara y en su caso presentar las renuncias pertinentes ante los errores u omisiones.

México tendrá que mostrarse a la altura de las circunstancias, y el gobierno federal deberá integrar equipos con expertos probados en situaciones de crisis para sacar la mejor parte en esta temporada de desafíos con la redefinición de la relación bilateral México – Estados Unidos a partir de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.

En la ruta hacia el 2018, los y las aspirantes deberán presentar propuestas de Estado con visión estadista en cuanto a la relación con los Estados Unidos de América, en especial con el perfil de la administración del presidente Donald Trump, las bravatas y “mojigaterías políticas” desgarrándose las vestiduras de un falso nacionalismo, tendrán que cambiarse por posturas pragmáticas orientadas a resultados en beneficio de México y de los mexicanos.

@mapaestrategico