Me da miedo escuchar a cada vez más voces el reclamo a la autoridad por el incremento de la violencia en nuestro Estado y en particular en la ciudad. Hoy que es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, 25 de noviembre, en Puebla se suman ya 143 feminicidios.

En realidad me angustia más que el Estado opte por la corrección y no por la prevención. Las voces piden más policías en la calle. Pero ese sería un paliativo contra el dolor que sufrimos con los asaltos a mano armada, a comercios y hogares, en el transporte público, en el saqueo con el primer nivel nacional a ductos de Pemex, etc., porque llenar las calles de policías resultará peor.

La corrupción de las corporaciones policiacas es evidente, no sólo en Puebla, sino en todo el país. Si ellos son quienes nos van a cuidar y a empoderar aún más a los gobernantes para estar protegidos contra la ola de enojos ciudadanos, no estaríamos solucionando nada; por el contrario, le estaríamos dando más armas para la represión social.

Cuando en mis 20 años de docencia dejaba solo a un grupo de alumnos, mis alumnos por lo general se comportaban adecuadamente durante mi ausencia. Así que no hace falta más autoridad para que las situaciones sociales se mantengan en calma. El gallinero escolar se alebrestaba cuando me retiraba del salón sólo en casos en que los alumnos tenían otro tipo de problemas, como el calor sofocante dentro del aula, por ejemplo, o la rivalidad entre dos o más alumnos.

En Puebla, hace unos 30 años, pululaban las patrullas de policía en las calles. Hace como 20, de la noche a la mañana, desaparecieron y a la fecha son muy pocos los encuentros con “la ley” en las calles. Sin embargo, los problemas de violencia, la presencia de vengadores anónimos, los asaltos, robos y feminicidios son demasiado recientes.

¿Cómo se logró la paz sin guardianes del orden por 15 años? La respuesta también tiene que ver con la autoridad, pero en temas muy distintos. Hoy la gente tiene hambre, observa la corrupción de gober-ladrones en todo el país, el cinismo de los gobernantes y ellos, los pobres, se llevan la peor parte. Se dan cuenta del saqueo a la nación, la injusticia social, las diferencias entre ricos y pobres y por ello los ciudadanos están enojados.

Ese enojo y hambre son la causa de la violencia. No se resolverá con más policías, sino con el castigo a los culpables del robo al país, a los Duarte, Moreira, Borge y otros que con cinismo han endeudado y saqueado a sus estados. Con el castigo a Peña por su casa blanca y el atentado a la libertad de expresión de casos como el de Aristegui.

Con el freno a las oligarquías, la aplicación de una justicia real, el respaldo a quienes menos tienen para impulsarlos en una competencia sana y no enfermiza. Hoy día es imposible hacer crecer a una empresa, pues los intereses de los poderosos están en la eliminación de los competidores para adueñarse de todo el mercado. Ellos tienen controlada toda la cadena de producción y no permiten que los campesinos, por ejemplo, reciban un pago justo por sus cosechas.

Tener un estado para proteger a la ciudadanía no es sólo en niveles policíacos, sino, fundamentalmente, en la justicia social, el respeto a la dignidad de las personas, la educación de calidad, el empoderamiento del ciudadano y no del Estado.

Así que no pidamos más seguridad con presencia de policías y patrullaje. Mejor trabajemos por detener a los grandes corruptores de la política nacional, al restablecimiento de la justicia para los ciudadanos, el trabajo por equilibrar de un modo justo la competencia comercial y productiva, permitiendo que quienes no tienen forma de impulsar sus negocios tengan más facilidades que quienes poseen grandes corporaciones en el México actual; porque ellos tienen exenciones fiscales que ni necesitan, ni convienen a la sociedad en general.

Foto principal: Unión Puebla. Simpsons (Matt Groening). Policía, redes sociales.