Puebla tiene ya un "consorcio universitario" con miedos... ¡maldita consolación! 

Puebla es de las metrópolis con más universidades por habitante de Latinoamérica y ante ello estamos menos mal que muchísimas ciudades del continente. Las universidades poblanas han ayudado a que Puebla sea un "poquito mejor". Lamentablemente distan mucho de aquellas que detonan las grandes reflexiones, que forman a los grandes líderes y que transforman a través de las ideas y la práctica el entorno para evolucionarlo.
  

Las universidades en Puebla tienen muchos miedos... Veamos los cinco que a mi gusto son los más relevantes. 

1. Tienen miedo de salir del campus y transformar el entorno. Las universidades que dejan huella lo hacen también afuera de sus campus, en el resto del mundo. Los alumnos y profesores trabajan en conjunto con la sociedad y la industria en proyectos tecnológicos, sociales, urbanísticos o culturales, en creación de empresas que revolucionan los negocios, en analizar los grandes problemas del entorno regional y sugerir y aterrizar cambios en políticas públicas que beneficien a todos. En muchos casos hasta el 70% del sueldo de los profesores proviene de esfuerzos compartidos con la industria y el gobierno haciendo proyectos reales y no simples tesis de librero. 
    
    
2. Tienen miedo del trabajo en equipo e interdisciplinario y optan por "silos" departamentales. En la mayoría de los campus es un tema vedado que una tesis se haga entre dos o más alumnos de distintas carreras, menos aún entre alumnos de licenciatura y maestría en conjunto y mucho menos aún con la participación de un empresario, profesor o alumno de otra universidad. Las grandes universidades permiten por ejemplo que un alumno de física de primer año y uno de maestría de negocios acudan a la misma clase, formen equipos y hagan proyectos como en el mundo real. En las grandes universidades se fomenta la colaboración entre las distintas áreas del saber pues sólo así se gesta la innovación trascendente y los proyectos que atienden la creciente complejidad del mundo. Crear un iPhone no surge de juntar a puros ingenieros, sino de hacer un crisol de antropólogos, doctores en materiales, psicólogos, diseñadores, mercadólogos, ingenieros y más. El diálogo y trabajo en equipo viene de la práctica en las universidades que se atrevieron a cruzar la puerta, hablar y trabajar con el otro departamento. 
    
    
3. Tienen miedo de decir lo correcto, de argumentar lo evidente y detonar la discusión que importa a la sociedad. Las grandes universidades siempre han sido el centro neurálgico de las discusiones que importan, que trascienden. No le temen a los políticos corruptos, mucho menos a los prepotentes, no le temen a la costumbre, no le temen a las religiones o a los dogmas. Opinan y sustentan la mejor práctica, abren el espacio para el disenso, la argumentación y los proyectos más relevantes y pertinentes para la sociedad.  Las grandes universidades son como el cerebro de un país: de ellas surgen las ideas que acabarán moviendo en la dirección correcta a su entorno. 
    
    
4. Tienen miedo a ser la "unión de la diversidad". Le huyen precisamente a la definición de universidad (la unión de la diversidad), buscan en cambio la homologación de pensamientos y el "no hacer olas". Plasman en su misión y visión cosas que abortan en la práctica con tal de alinearse al mercado, al "líder" en turno, a la costumbre o a alguna otra causa... Las grandes universidades atesoran al rebelde, al que se viste distinto. al que cuestiona, al que se atreve a pensar diferente. Estas instituciones fomentan el contraste de ideas y prácticas. El académico que se sale del huacal es bien visto, el alumno que se atreve a denunciar la corrupción de un rector en las universidades públicas es atesorado. La institución opera en favor del contraste, la tolerancia y el disenso sustentado.
    
    

5. Tienen miedo de concebirse a sí mismas como el punto de inflexión en la vida de un individuo. Las mejores universidades del mundo se atreven a cambiar vidas, a graduar a seres pensantes que cuestionan el status quo. A graduar líderes que cambian su entorno atendiendo los problemas relevantes de su entorno. Se preocupan por educar en todos los ámbitos del saber y del quehacer a sus estudiantes. Van más allá del tema académico e inciden en la apreciación por la cultura, en la práctica habitual del deporte, en el involucramiento de sus alumnos con la comunidad y en la formación de hábitos de ética y liderazgo. Le dan viabilidad a todo ello con atrevidos programas que trascienden el típico semestre o las acostumbradas clases sin cobrar cada cosa extra. Gradúan personas que pueden expresarse y opinar de política, cultura, negocios y más. ¡Gradúan a ciudadanos en toda la expresión de la palabra, no a simples "profesionistas"!
    

¿Cuándo se atreverán las universidades poblanas a dar el brinco y matar sus miedos? Hoy sería un buen día para empezar... ¡A Puebla y a México le urge!