LEVANTAMIENTO ZAPATISTA: COMO FUIMOS TESTIGOS PRESENCIALES.

PARTE I

PRIMERO DE ENERO DE 2013.   Hace unos días, el 21 de Diciembre el movimiento Zapatista se manifestó pacíficamente desfilando por algunas poblaciones de Chiapas, también en su comunicado, Marcos, con otra de sus ingeniosas frases le recuerda al PRI de Peña Nieto que "si ellos nunca se fueron, nosotros tampoco”.

   Esta es una breve narración de cómo en aquel 1 de enero de 1994, con una buena parte de mi familia, estuvimos presentes en este levantamiento armado en San Cristóbal de las Casas.

  Corría Noviembre de 1993 cuando me enteré que un grupo de mi familia materna, los Rivero, organizaban un viaje por camión al sureste de México. Me pareció una buena oportunidad para que mi esposa e hijos se relacionaran con esa parte de mi enorme familia, ya que fueron 13 en la familia de mi madre y 15 en la de mi padre. Además estaba lo interesante de viajar al sureste, donde Chiapas y su gente me había cautivado cuando casualmente un par de años antes, había viajado con unos amigos a los profundo de la selva, casi frontera con Guatemala, a una misión Jesuita en el ejido de “La Arena” y pude sentir el mundo de los indígenas Tzeltales. Por cierto que uno de estos Jesuitas, muy comprometidos con la opción preferencial por los pobres y la teología de la liberación, sería después, en la desesperación del gobierno por descubrirlo, acusado falsamente de ser el subcomandante Marcos.

  Entusiasmados con el viaje, nos presentamos el 26 de Dic. De 1993 en la casa del primo Eugenio González que organizó el viaje, eran las 8:30 de la mañana, todos los 60 con edades desde los 7 hasta los 70, no cambiaron su cara animosa al saber que uno de los dos choferes no se había presentado por estar crudo, nos mandaron a otro y pensé, menos mal, nos libramos de un borracho al volante. Ocupamos inicialmente los dos camiones agrupados por familias, pero no tardaría en dividirse de otra forma, el camión de adelante los padres y los tíos y en el otro los jóvenes. Ese día viajamos hasta Villahermosa con una parada a comer deliciosos tamales jarochos callejeros, piñas frescas y las consabidas y poco saludables papitas en Loma Bonita.

  El lunes 27 salimos de Villahermosa a Palenque después de un sabroso desayuno, en solo dos horas llegamos a las ruinas, son impresionantes, bajamos a la tumba del Gran Pakal y exploramos el complejo. Algunos tomamos un paseo por la selva cercana, no hubiera creído que en cinco minutos estaríamos inmersos en una densa vegetación y una buena cantidad de monos aulladores nos alarmaban con sus fuertes gritos. A Liz mi esposa le gusto mucho la selva y los pájaros que siempre ha disfrutado, pero también le llamó la atención la personalidad de esos locales descendientes de los Mayas a quienes describe como gentiles y de suave hablar. Una buena cena en el hotel Misión Palenque dio espacio para la plática e intercambio de impresiones animadas por unos tequilas. Nuestros hijos ya habían entablado amistad con varios primos y nos dimos cuenta que de la afinidad intangible que existe por el simple hecho de saberse familia.

  Martes 28 salimos rumbo a San Cristóbal con paradas programadas en una cascada llamada Misol Ha y más adelante visitaríamos las cascadas de Agua Azul, pero por alguna razón no tomamos la desviación y habíamos avanzado mucho cuando nos dimos cuenta, se acordó seguirnos a San Cristóbal y regresar después a Agua Azul. Es interesante para esta historia comentar que entonces yo tenía 44 años y en mi empresa Abaco, así como en el Foro de Cambio Empresarial y en el club de coches tenía yo usualmente papel de organizador, que es una forma bonita de decir que soy algo mandón, pero en este viaje había decidido seguir al organizador que era Eugenio, de manera que andaba contento contestando a todo “Si, lo que diga Eugenio”.  Llegamos al Hotel “Ciudad Real” en San Cristóbal y después de registrarnos tuvimos tiempo de ir al centro a conocer algunos de sus bellos lugares, museos y las mujeres que ofrecían bellas artesanías a precios tan baratos que era fácil entender que ganaban muy poco por ese trabajo manual. La tía Elena+ que tenía una colección de vestidos regionales de todo México, buscaba y compraba los más finos que veía, era como haber metido a un niño a la tienda de dulces, de ese tamaño su aprecio por el arte indígena en los vestidos. De vez en cuando la tía Elena prestaba su colección y vestía a bellas jóvenes para que desfilaran en beneficio de alguna buena obra, es posible que sus hijas aún los guarden.

  Miércoles 27 salimos a pueblear, primero Zinacantan “Lugar de los murciélagos” con sus deslumbrantes imágenes y un inesperado sistema donde los turistas deben pedir permiso y pagar una cuota al gobierno comunitario antes de permitirles pasar. Posteriormente fuimos a San Juan Chamula donde el sincretismo religioso de lo Maya con lo católico llama la atención, es como una tercera religión. Los nativos del lugar parece que se esfuerzan por hacer sentir a los turistas lo que ellos sienten cuando entran a una ciudad mestiza, las jóvenes jalan ligeramente el pelo de las mujeres y ríen, se burlan de ellas, parece un deporte local, ellos mandan, sin pagar no dejan tomar fotos ni entrar a su Iglesia sin bancas donde las mujeres lloran y hacen extraños actos con velas, huevos  y aguardiente. Entiendo el mensaje; así se siente ser discriminado, no es agradable, pero es un buen aprendizaje.

Ya en el camión observamos grupos por las calles con mochilas a la espalda, como excursionistas, se nos hizo extraño, pero en un mundo extraño, supusimos que era otra excentricidad local.

  Sábado 1 de enero de 1994. Algunos despertamos como a las siete y fuimos informados por el gerente del hotel que no podríamos salir de la ciudad como estaba planeado, un grupo insurgente indefinido tenía tomada la ciudad y no permitía entradas ni salidas, nos aconsejaron no salir a la calle. La sorpresa fue total, no entendíamos que podría estar pasando, pronto nos reunimos un grupo de los hombres mientras los demás se despertaban y acudían a desayunar, empezamos a por asignar responsables de escuchar la radio y la televisión para saber más, el primo José Carlos, apodado el “Rambo” en este viaje contaba con radios de banda civil, le pedí que escuchara las transmisiones  y que se las ingeniara para grabarlas. Sin proponerlo nadie, empecé a coordinar algunas de las acciones del grupo, nos preparamos para lo peor, falta de agua, alimentos, visita de los guerrilleros, etcétera. La densa niebla de la mañana se levanto, y ahora vimos con claridad que lo que creíamos cuetes, eran disparos de algunos helicópteros artillados y aviones del ejército ejecutando vuelos en picada y disparando a objetivos cercanos a la ciudad. Estábamos en medio de una guerra, no había duda ya. Las grabaciones de “Rambo” que aún conservo, dejaban escuchar mandos con un claro acento centroamericano, supusimos inicialmente que estaríamos bajo ataque de algún grupo guerrillero Guatemalteco ¿Quién más podría ser objeto de un ataque del ejército Mexicano?

Eran las diez de la mañana y de golpe ya no estábamos en un plácido viaje familiar, sino en medio de un evento que amenazaba la vida de toda la familia ¡pacatelas¡

CONTINUARA. GABRIEL HINOJOSA RIVERO

Parte II aquí:   //www.todopuebla.com/gente/gabrielhinojosarivero/blogdetail/5886