De no ser aprobado el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por su sigla en inglés), parte de su contenido servirá para modernizar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), lo anterior según las recientes declaraciones del encargado de la política comercial del gobierno Mexicano: Idelfonso Guajardo, titular de la Secretaría de Economía.

Pero adelantar que el gobierno mexicano estaría dispuesto a renegociar el exitoso acuerdo comercial trilateral sólo porque un candidato así lo dice es un profundo error. Y es que una de las promesas de campaña del Republicano es justamente la cancelación del TLCAN, poniendo el pretexto la migración de empresas Estadounidenses a México por las cuestiones de la mano de obra, allá la hora está en 20 dólares, aqui a 3, es cuestión de competitividad.

Es muy importante para el gobierno mexicano no engancharse con los discursos de los demócratas y los republicanos en estos tres meses que tienen las campañas presidenciales por delante. Lo que se diga en campañas es un asunto meramente interno, por más estridentes que sean las palabras. Los demócratas prometen (ahora sí) una reforma migratoría (similiar al millón de empleos que promete AMLO, es decir, mentiras).

Que quede claro que hoy ni el presidente demócrata Barack Obama ni el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, han mostrado algún interés en renegociar el acuerdo trilateral. Es un tema de la campaña de los republicanos y ahí se tiene que quedar.

El TLCAN es un acuerdo que tiene el aval de los congresos de cada uno de los tres países; por lo tanto, ése es el camino adecuado para hacer algún cambio.

El libre comercio permite bajar costos de producción y de este modo beneficia a los consumidores. Éste es el argumento de los partidarios de la apertura comercial. Le da mayor margen de maniobra a las empresas para ubicar sus procesos de producción en los sitios de menores costos.

En el caso hipotético de que renuncie al TLCAN, Estados Unidos es una economía abierta a los mercados globales, con aranceles prácticamente en 0% para todos los bienes, por las cláusulas establecidas en el marco de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Si llega enero del 2017 y el que jura como presidente de Estados Unidos es Donald Trump, habría todavía que esperar a que tomara alguna decisión ejecutiva suficiente para limitar el alcance del TLCAN. Si comprueba que tiene de su lado una mayoría del Congreso para abrir el acuerdo, entonces sí habría que fijar una postura para salvar lo más que se pueda del acuerdo.

El adelantar la disposición de México de abrir el tratado para fortalecerlo, muestra una involuntaria alineación temerosa con los postulados de Donald Trump.

Particularmente creo que el próximo Presidente será justamente Trump.

@felipealave