Exploración

A escasos meses de haber iniciado un posgrado surgen preguntas sobre el camino recorrido. Un camino que, ciertamente, debe prepararse y planearse con antelación. Un doctorado implica un periodo razonable de tiempo en el que se tiene la oportunidad de pensar, reflexionar, perfeccionar; en sí, crecer. Así, a la sazón del “aislamiento” voluntario, lejos de yugos institucionales, y de una burocracia educativa cuestionable, se puede tomar un tiempo necesario de la vida, para desarrollar una propuesta. La vía de un ambiente crítico, plural, incluyente, internacional y libre, es una oferta irresistible.

Información

En la búsqueda de información para desarrollar esta inquietud, hallé un libro intitulado “El doctorado no quita lo tarado” (2010). Una forma diplomática de la autora, Etty Haydee Estévez Nenninger, para expresar lo que comúnmente se dice de forma soez. La razón no es gratuita, evidentemente. Al menos, en la reseña de la propia ANUIES –la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior, encargada de “promover el mejoramiento integral en los campos de la docencia, la investigación y la extensión de la cultura y los servicios”– se hace referencia al trabajo de Etty Estévez por expresar principios significativos “en actores a los que se cree, desde la política y desde las investigaciones, individuos sujetados por las políticas sin remedio ni margen de acción”. Lo curioso de la reseña es el término “creer”, puesto que, si todo pende de un sistema, es lógico pensar que la “acción” debe ir en la dirección indicada por las leyes del sistema. Caso contrario, esto implica una exclusión.

Recursos

En todo caso, y retomando el asunto del “crecimiento”, Haydee Estévez sugiere una reflexión sobre cómo se piensa, la complejidad, la ambición de un posgrado tanto personal como institucional, y la relación entre los académicos y las instituciones. En este caso, las áreas de oportunidad pueden variar. Tal como lo afirma la musicóloga Luisa Vilar Payá (UDLAP), las condiciones de una universidad anglosajona en comparación de una latinoamericana son muy distintas (“La formación de investigador musical”, en Heterofonía 124). Los recursos académicos –no necesariamente intelectuales– evidencian tales diferencias.

Desde un punto de vista de las instituciones dedicadas a la educación, un edificio resulta interesante cuando, en lugar de contener más espacios administrativos, tienen en su haber pisos enteros en los que se albergan obras completas de compositores, desde la Edad Media hasta el presente, entre muchas otras colecciones de diversas partes del planeta. Este tipo de comparaciones que, si bien causan escozor, apuntan hacia la necesidad de recuperar y alentar el espíritu humanista que se ha degradado en el mundo.

La música, en el amplio sentido que implica, se vive, experimenta, estudia e investiga en todos sus géneros, corrientes y tipos. Confluyen el metal con el más puro romanticismo chopiniano, el “reggaetón” con la sublimidad de Palestrina, o el tango japonés con el danzón y el corrido. Todas las relaciones pensadas o excomulgables son posibles. Las bibliotecas, conscientes del amplio material contenido en sus anaqueles, abogan por tener investigadores; es decir, otorgan becas, premios (en buena cantidad), con la finalidad de interesar a los investigadores y contribuir con el conocimiento.

Vivencia

Este relato es un breve testimonio de la musicología inglesa, donde la experiencia filosófica y práctica convergen en un mismo espacio. Congresos y discusiones sobre la música en el mundo conforman un alimento intelectual frecuente. A los muchos trabajos de investigación de estudiantes latinoamericanos que estudian en universidades inglesas, se une un creciente interés de investigadores ingleses por hallar un significado, rescatar una música, construir una historia, de recónditos lugares de los cuales aún falta mucho por descubrir en el continente americano.

Un lento camino se abre a la musicología en México. La música en México se reconoce con un alto valor histórico y, sobre todo identitario. A la par de una musicología más incluyente y con nuevas metodologías, se da una influencia recíproca con la etnomusicología. Los recursos de la información a través de la tecnología actual revitalizan el interés, no sólo por conocer con mayor profundidad el pasado, sino la posibilidad de tener un sentido más claro de las actividades culturales y artísticas del presente.

Este texto fue publicado en el diario El Popular, Puebla, Pue., México, el viernes 25 de marzo de 2016, en la columna semanal “Son, sonata y rock”.