Homenaje

En 2002, el jardín frontal del Teatro Principal fue designado con el nombre de “Pepita Embil”; formalmente con la denominación de “Plaza Pepita Embil de Domingo”. Para tal efecto, el Ayuntamiento de Puebla y el Gobierno del estado realizaron un homenaje a Pepita Embil y Plácido Domingo Ferrer. El homenaje consistió en develar los bustos de tales personajes en el citado jardín y, posteriormente, se realizó un magno evento con la presentación de Viva la Zarzuela. La producción musical estuvo a cargo de la Compañía mexicana de zarzuela Domingo Embil y de la Sociedad internacional de valores de arte mexicano, A. C.

Zarzuela en Puebla

La primera ópera representada en México que se conoce es La Parténope (1711) de Manuel de Sumaya. Este fue el inicio de una tradición que se extendería hasta bien entrado el siglo XIX. Es en este siglo cuando a la par de la ópera se dejaron ver y escuchar una buena cantidad de obras del llamado género chico. A Puebla llegaron diversas compañías tanto de ópera como de zarzuela, que se presentaron en los principales recintos de aquella época, sobre todo en el Teatro Principal.

En aquellos años, los melómanos estaban ávidos de escuchar a la pléyade de artistas que venían de diversas partes del mundo. Sin embargo, llegó un punto en el que la gente literalmente se había cansado de escuchar obras en diversos idiomas con situaciones de otros lugares y época. Así, junto con la ópera y la zarzuela de otros países los compositores mexicanos empezaron a componer obras con acontecimientos propios del pueblo mexicano. Pronto se llegaron a representar obras de compositores como Ituarte, Morales o Castro.

El programa

Viva la zarzuela revivió algunas de las arias, coros y cuadros más representativos del repertorio zarzuelístico. El recuento del programa es el siguiente: “Cuadro de danza” de La boda de Luis Alonso, de G. Jiménez; la “Madrileña bonita” y “Hace tiempo que vengo al taller” de La del manojo de rosas, de P. Sorozábal; “Intermezzo” de Goyescas, de E. Granados; “En mi tierra extremeña”. “El saboyano” y “Los vareadores” de Luisa Fernanda, de F. Moreno Torroba; “De España vengo”, de El niño judío, de P. Luna; y “Jota” de La Dolores de T. Bretón.

El programa fue significativo en cuanto a la alternancia de los géneros zarzuelísticos que se presentaron, pues se intercalaron danzas, obras solistas, dúos, coros y música instrumental. Una zarzuela, de forma similar a la ópera, contiene una obertura, arias y recitativos, partes habladas o recitadas, bailadas, música instrumental, coros, entre otras combinaciones, siempre y cuando todos los textos sean en español. La ópera precisamente se diferencia en que ésta es en italiano (en este sentido, el idioma es determinante para designar un género escénico decimonónico).

Crónicas

Resulta interesante releer algunas de las crónicas que se suscitaron ante el concierto presentado en 2002, con uno de los grandes divos de la ópera: Plácido Domingo. A decir, por ejemplo, del ya fallecido dramaturgo Marco Castillo, para quien todas las personas que ahí se encontraban, un recinto con “un lleno impresionante[,] fingían admiración”, pues dudaba que la mayoría tuvieran noción de lo que iban a escuchar”. Sin embargo, para Castillo está no era una de las situaciones más preocupantes. A la distancia, cabe nuevamente preguntarse, incluso con las palabras del propio Marco Castillo, porqué se colocó tal nombre a la plaza frontal del Teatro Principal: “Nos quedamos con la inquietud de acercarnos al extraordinario divo para preguntarle: ‘Maestro, por favor, oriénteme, dígame, ilumíneme, abra las capas de mi entendimiento, explíqueme, revéleme, manifiésteme, ¿quién era su chingada madre?, porque sólo usted y el funcionario que propuso esta aberración saben la verdadera trascendencia que el paso de su progenitora tuvo para la ciudad de Puebla”.

Un texto de Octavio Sosa permite tener una reseña histórica sobre el paso de P. Domingo por México, y en algunas ocasiones que visitó la ciudad de Puebla, evidentemente, para presentarse en escenarios poblanos. Sin embargo, esto no aclara el homenaje a tan ilustres personajes y el nombre de la plaza.

Final

Es claro que Puebla, al menos hasta las primeras décadas del siglo XX tenía una fuerte tradición por la zarzuela. Esta tradición, por diversas razones, se ha perdido. Sólo por contraste, en la ciudad de México se pueden seguir viendo programaciones de temporadas de ópera, comúnmente, no sólo de compositores del pasado o extranjeros, sino de compositores mexicanos actuales.

Este texto fue publicado en el diario El Popular, Puebla, Pue., México, el viernes 24 de julio de 2015, en la sección de “Farándula y Cultura”, en la columna semanal “Son, sonata y rock”; Mónica Delgado, editor; Valeria Bautista, diseño editorial.