La pléyade de músicos que comúnmente se conocen de los periodos renacentista y barroco –y cuya lista abarcaría casi la totalidad de este texto-, practicaron una buena cantidad de géneros musicales. De estos géneros, los más conocidos de los siglos XVI y XVII fueron la Misa, motete, madrigal, canon, ricercare, fuga, ópera, aria, recitativo, concierto, danzas de la suite, trío-sonata, oratorio y cantata, si bien se pueden citar más. Todos estos géneros reflejan una práctica definida en esencia por la función de la música y de los propios músicos dentro de la sociedad europea de aquella época.

La función de la música se delimitaba a cubrir las diversas actividades de la iglesia y de consumo propio de las personas de la época, ya sea en los ámbitos de cámara o de teatro. En este sentido, un “músico profesional”, bajo las órdenes de la iglesia o de la aristocracia, debía cubrir una gran cantidad de tareas, diversas y muy intensas. La educación, la enseñanza de la música, fue uno de los principales deberes que tuvieron que realizar músicos como Orlando de Lasso (1532-1594), Giovanni Pierluigi de Palestrina (1525-1594), George Frederic Handel (1685-1759), Johann Sebastian Bach (1685-1750), entre otros. Los niños y los adolescentes fueron una materia prima indispensable para solventar las necesidades musicales futuras de cada ciudad. Así, la composición y la interpretación eran las partes más importantes de la educación musical.

Una de las características de la música de la época es que ésta se consumía inmediatamente. Los músicos y la música debían cubrir necesidades específicas e inminentes. Por lo tanto, resultaba imperante conocer de forma clara y precisa los pormenores de la composición, el estilo musical y la interpretación. Y es debido a este conocimiento profundo y sumamente asimilado del estilo musical, renacentista o barroco, que los músicos pudieron escribir centenares de obras. Muy poca música, en este sentido, llegó a escucharse dos voces o a reponerse en más ocasiones. La música estaba muy lejos de ser un museo vivo, tal como sucede actualmente.

¿Cómo es entonces que se llegaba a tal grado de conocimiento y excelencia del quehacer musical, con decoro, buen gusto, precisión, rapidez y un oficio probado? Los niños formaban parte de los coros. Sin embargo, una vez que llegaban a la adolescencia debían abandonar el mismo, debido al cambio de voz. Aquellos que se quedaban para continuar con su instrucción musical, recibían nuevas tareas. Una de ellas fue el trabajo de copiar de forma manuscrita las obras de compositores del pasado reciente. Esta práctica les permitía conocer el estilo musical y adentrarse en los procesos de la composición. Ello, sin embargo, no era suficiente, pues la educación musical implicaba convertirse en excelentes cantantes, intérpretes, directores e improvisadores.

Los géneros musicales que fueron empleados, para ofrecer una enseñanza sistemática, aparecieron con los nombres latinos bicinium, tricinium (estilo renacentista), inventio y sinfonia (estilo barroco). Los términos hacen referencia a piezas musicales breves, vocales o instrumentales, a dos y tres voces o partes. Los dos primeros pueden ser composiciones con texto, específicamente para ser cantados y perfeccionar la colocación de las palabras sobre la música; o bien sin texto, cuando su naturaleza era completamente instrumental. La intención de la inventio y la sinfonia era, tal como aparece en el título de la obra bachiana de 1723, la de ser “una instrucción directa, donde los amantes del teclado, y en especial para aquellos ávidos de aprender, encuentran un método claro, no sólo para aprender a tocar con claridad a dos partes o voces, sino también, para que, con un progreso disciplinado, se logren controlar tres partes obligadas de forma correcta y satisfactoria. Además, se trata no sólo de llegar a buenas ideas originales [Inventiones], sino también de desarrollarlas satisfactoriamente, y sobre todo de adquirir un estilo cantabile en la ejecución, mientras al mismo tiempo se recibe un fuerte sentido de la composición”.

Estos géneros forman parte frecuente de los tratados teóricos del renacimiento y del barroco, y por lo mismo de colecciones o manuales de composición e interpretación. Si bien, son diversas las colecciones que se pueden hallar de estos géneros, las obras que se consideran como las más importantes y conocidas son las de Orlando de Lasso y las de Johann Sebastian Bach.

Este texto fue publicado en el diario El Popular, Puebla, Pue., México, el lunes 24 de noviembre de 2014, en la sección de “Farándula y Cultura”, en la columna semanal “Son, sonata y rock”; Mónica Delgado, editor; Valeria Bautista, diseño editorial.