Durante la pasada contienda electoral los atlixquenses veíamos con sorpresa cómo Jesús Luévano Escalona, pretendía convertirse en presidente municipal de Atlixco, Puebla. Y no es para menos, El Diablo o El Cocoliso, como lo conocen sus amigos en Tlaxcala y Puebla, tiene un negro, pero muy negro historial de corrupción.

Ahora nuevamente regresa a sus andadas, pues este personaje presume de un nuevo acercamiento con Luis Miguel Barbosa, por considerar que podría convertirse en el próximo Gobernador de Puebla.

Hace unos días, al calor de algunas cervezas en el Restaurante María Gala, propiedad de los morenistas Sergio y Rafael Quiroz, el propio Luévano Escalona presumía a 5 de sus amigos empresarios y constructores que prometió al precandidato Barbosa desestabilizar el municipio de Atlixco y sus alrededores, pues es la zona más importante gobernada por el Partido Acción Nacional en Puebla.

A cambio, aseguraba que Barbosa Huerta lo convertiría en su constructor consentido, a pesar de conocer todos los antecedentes fraudulentos que pesan sobre Jesús Luévano; y como muestra basta un botón.

Todo comenzó durante el sexenio de Héctor Ortiz, Luévano se convirtió en su Secretario de Desarrollo Social, posición que utilizó para obtener jugosos contratos de construcción. De ésta manera, en el mismo gobierno orticista, le fueron adjudicadas obras directas, a través de las empresas siguientes:

1.- Empresarios Unidos de la Construcción, S.A., a la que se le inició un procedimiento a través de la Secretaría de la Función Pública del Estado de Tlaxcala, ante el involucramiento de funcionarios de un gobierno en la obra pagada por este, a través de prestanombres y familiares, pues su representante legal es su hijo Jesús Gingeni Luévano Rosendo. Debe destacarse que ésta obra fue pagada por poco más de 32 millones de pesos.

2.- Aljuco Edificaciones y Diseño, SA de CV, le entregaron 42 millones y medio de pesos por obra no ejecutada. Esta empresa fue creada por un prestanombres de Luévano de nombre Juan Mejía Bonilla, y actualmente su representante legal es su hermana María de los Ángeles Luévano Escalona.

Entre ambas constructoras cometieron un fraude de casi 75 millones de pesos, pues cobraron sin ejecutar los trabajos de la Plaza Bicentenario, derivadas de los contratos PF/FR383/2009, CM/PFFR383-9, PF/FR384/09, A-PF/FR/384/09, DURS/2010, PF/FR015/10, A-PFFR/015/10 y PF/FR/016/10, así como los expedientes de las licitaciones 58004002-004-10 y 58004002-005-10.

De hecho, por dicho fraude, en su momento, las autoridades de Tlaxcala giraron orden de aprehensión contra El Diablo, su hijo, su prestanombre Juan Mejía Bonilla, y 9 personas más, dentro del proceso 262/2014, del Juzgado Tercero de lo Penal del Distrito Judicial de Guridi y Alcocer, con cabecera en Tlaxcala, que derivó de la averiguación previa 827/2011/TLAX

Esta no fue la única obra que el gobierno asignó a Jesús Luévano y familia, a pesar de ser su secretario de Estado, sino también, la Central de Abasto, y la construcción del distribuidor vial en el crucero Tlaxcala, Santa Anna Chiautempan, bajo la licitación 58004002-014-06, entre otras.

Asimismo, es uno de los 25 funcionarios locales del gobierno de Héctor Ortiz que fueron sancionados e inhabilitados por la Secretaría de la Función Pública Federal, por los excesos cometidos en su desempeño, e incurrir en violación a leyes y normatividad presupuestal.

En el Estado de Puebla, las tropelías de este personaje no son menores, pues se convirtió en uno de los constructores favoritos del ex Gobernador Mario Marín Torres, y en específico de su secretario de obras, Javier Ramírez, y si bien, él ha sido sometido a procesos penales, Jesús Luévano, anda muy feliz haciendo negocios por toda Puebla, como si sus obras no hubieran sido observadas por la Auditoría Superior de la Federación; así, el tramo C del Arco Norte, estuvo a cargo de 2 de sus empresas: Grupo Jade Consultor y Constructor y Empresarios Unidos de la Construcción, sin embargo, dicha obra tuvo constantes retrasos. Cabe destacar que estas 2 empresas junto con  Constructora de Obras de Terracería, Drenaje y Pavimentación, y Grupo Álvaro Ramos, fueron constructoras a las que el gobierno marinista les asignó obras en forma directa, es decir, sin licitación previa.

Eduardo Rivera, el ex alcalde de Puebla, también confió en este personaje pidiéndole que ejecutara el concreto hidráulico que realizó en Calzada Zavaleta, Camino a Tlaltepango y un tramo de la 11 Norte, cuya inversión en conjunto sumaron 114.6 millones de pesos, y a pesar del excesivo monto, se cuarteó más de un kilómetro del pavimento a sólo 55 días de haber sido inauguradas.

De hecho, gracias a estas obras, Rivera tuvo una gran cantidad de observaciones ante la Auditoría Superior del Estado por un monto de 3.5 millones de pesos y que abonaron para que los legisladores le iniciaran un procedimiento administrativo de determinación de responsabilidades al ex edil panista, además de las irregularidades detectadas en el grosor del concreto hidráulico en cantidades mucho menores a las autorizadas.

Este empresario timó al propio ex Gobernador Rafael Moreno Valle, pues su empresa Grupo Jade Consultor y Constructor, fue una de las 4 a las que se le asignaron 52 proyectos, sin el impuesto al valor agregado; obras que también fueron observadas por la Auditoría Superior de la Federación.

De esta manera, los interlocutores de Jesús Luévano no comprenden cómo es que Barbosa Huerta pretende hacer negocios con éste personaje, quien dicho sea de paso, ya lo ha traicionado. Habrá que esperar para ver si sus aseveraciones son ciertas o sólo se envalentonó con unas cervezas en María Gala, sin embargo, como prueba, mostró a sus invitados algunas capturas de pantalla que según su dicho, intercambió con Miguel Barbosa, comprometiéndose a desestabilizar Atlixco. Ese es el nivel de política que existe ahora en Puebla.