El fin de semana pasado un grupo de amigos y yo nos dimos a la tarea de hacer una serie de murales en una gran bóveda de concreto que alberga una bomba de agua, en un parque ubicado en la colonia Paraíso Mayorazgo. Fue una gran experiencia, pues yo nunca había pintado un mural, pero al terminar la jornada pude percatarme del gran significado que nuestra intervención del espacio público tuvo en mí y en algunos de los vecinos del lugar.

Los murales fueron hechos por varios colectivos; cada uno con diferentes mensajes y estilos. Nuestra propuesta de mural busca fomentar la participación ciudadana y la consciencia colectiva: el mural diseñado y pintado es un pizarrón, un lienzo donde la gente puede intervenir, así que tomamos una pared en mal estado de un edificio abandonado y la convertimos en un espacio que invita a la gente a tomar pintura y pincel, o quizás una crayola y se atreva a plasmar en un muro lo que quiere para su mundo. 

El proceso empezó desde varias semanas atrás, cuando un colectivo amigo tuvo la idea de rehabilitar el parque para que volviera a ser el espacio de encuentro, recreación y convivencia que fue en algún momento, así que el grupo se dio a la tarea de juntar firmas con los vecinos, en una petición de permiso para poder pintar el parque y los árboles que ahí se encuentran. Luego de que el permiso fue otorgado, el resto de amigos fuimos notificados y se nos extendió la invitación para diseñar un mural e ir a pintarlo los días 22 y 23 de junio, así nuestro amigo 'Moh' asumió la responsabilidad de hacer el diseño, al tiempo que el resto convocamos al público en general para ayudar a pintarlo. La respuesta fue buena, y fue hasta el final de nuestra obra que nos dimos cuenta de la transformación que se logró. 

El primer día la gente nos veía con recelo, pero poco a poco algunos vecinos nos prestaron ayuda, fuese en forma de una cubeta con agua, hasta la donación de pintura. Y al día siguiente la gente pasaba y nos daba ánimo; un par de felicitaciones nos alegraron mucho el día, y poco a poco los distintos murales fueron cobrando forma.

Lo más importante que yo rescato es la pequeña resignificación del espacio; dimos a una construcción abandonada un valor, que es el del trabajo invertido, pero más allá de eso, el de la participación: algún vecino habrá quedado con la inquietud de realizar actividades similares, que puedan servir como espacios de encuentro y diálogo. Nuestro mural es una invitación a la gente a expresarse, a conocerse y a convivir, y más de uno de los habitantes del lugar nos pidió que les diéramos aviso de nuestras próximas actividades para poder involucrarse. No menos importante es el fortalecimiento de las amistades entre las personas que nos juntamos a pintar, pues creo que muchas veces las conversaciones se profundizan cuando estás realizando una actividad totalmente distinta a sólo conversar. Tal como se habla cuando se lava la ropa en comunidad, o se cocina, o en nuestro caso: se pinta un mural. 

La idea final de intervenir al espacio público es la de combatir al individualismo que se hace presente como respuesta al arrebato de los espacios de convivencia; ya sea por pandillas, crimen organizado, o por la propia privatización, pues provoca la despolitización de los habitantes. Un espacio público como un parque o una plaza es no sólo un lugar de paseo, sino de concentración de la gente, en la que se hablan de gustos y problemas comunes, y sirve de punto de partida para el debate destinado a dar solución a dichos problemas. Desde dicho significado de espacio público, el parque de una colonia funge a modo de ágora, como espacio para hacer política; un lugar ameno que fomenta la presencia de los habitantes cercanos, con miras a ser el punto de articulación de propuestas para la incidencia en la vida cotidiana de todos los colonos.