Seguramente ya todos hemos escuchado algo al respecto del “Hoy no circula” y de las nuevas disposiciones que acaban de entrar en vigor hace poco. Básicamente consiste en una política regulatoria que busca reducir la cantidad de automóviles transitando en las calles del Distrito Federal diariamente, así como disminuir las emisiones de CO2 que su tránsito implica.

La semana pasada el director del Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo (ITDP por sus siglas en inglés) Xavier Treviño, mencionó que el Hoy no circula es una medida que también debería de aplicarse en la ciudad de Puebla, como parte de la homologación de políticas ambientales emitidas por la Comisión Ambiental de la Megalópolis, constituida por los gobiernos del Edomex, Puebla, Tlaxcala, Hidalgo y el DF, cuyos estados conforman la Zona Metropolitana del Valle de México, que es la tercera aglomeración urbana más grande del planeta.

Tras leer esa entrevista al Mtro. Treviño me puse a pensar en todas las críticas que he leído al respecto del fortalecimiento del “Hoy no circula” en el DF, además de las que muchos automovilistas han hecho sobre otro tipo de proyectos alternativos de movilidad en Puebla, como las ciclovías y el metrobús, además de otras medidas regulatorias, como las fotomultas, que indiscutiblemente han servido para reducir los accidentes y las muertes relacionadas con el exceso de velocidad. Definitivamente si el “Hoy no circula” entra a Puebla, no será bien recibido por gran parte del 16% de la población que el sector automovilista representa, al igual que cualquier otra medida regulatoria que se ha implementado.

Creo que esto obedece a que en Puebla, y el resto del país en general, los automovilistas han estado muy consentidos por los gobiernos a lo largo de la última mitad del siglo pasado, cuando se tuvo el “boom” automovilista en México.  Y es evidente que durante los últimos años desde el gobierno se ha procurado incentivar el consumo y el uso de automóviles para todo tipo de traslados, subsidiando los costos reales del automóvil, cuando menos quintuplicándose así el número de autos en México en los últimos 34 años.

(Fuente: Carlos Mier y Terán, Fonadin)

Increíblemente, hay países más desarrollados, como Holanda, Alemania, Austria y Francia, con un mayor número de automóviles por habitantes, con una extensión territorial menor a México, y que no tienen los problemas de tránsito que nosotros tenemos, y que incluso son sociedades emblemáticas por el uso de alternativas sustentables para el transporte.

(Fuente: The Economist)

¿Entonces cuál es el problema? Hay países con más coches por número de habitantes pero sin problemas de congestionamiento y contaminación. La respuesta está en la política pública. Si bien en estos países más hogares tienen automóvil, y su extensión geográfica es menor, sus ciudades están mejor ordenadas, y existe una amplia gama de alternativas de transporte para que las personas decidan qué transporte les conviene más para cada traslado, tomando en cuenta el tiempo, el tráfico y el costo, entre otros factores, siendo el automóvil una de las alternativas menos usadas. 

A diferencia de nuestros vecinos, en nuestro país se ha implementado una política sistemática de subsidios, que transforman al auto en una alternativa cada vez más atractiva, y que incluso desincentivan el uso de otros transportes:

 El uso de las calles es gratuito

Pagar impuestos no hace a los automovilistas acreedores al derecho de circular, ni los hace dueños de la calle. Es un espacio compartido, que en Puebla sólo el 16% de los habitantes usa en auto, y el resto en transporte público. Sin embargo, los autos dañan más a las calles que las bicicletas, o el transporte colectivo si tomamos en cuenta que mueven a decenas de personas en un solo vehículo, y a pesar de esto, todos pagamos los mismos impuestos. Los automovilistas deberían de pagar más por el uso de las calles dado que son los que más las dañan.

La gasolina es barata

De acuerdo a cifras de la SHCP en el 2013 el subsidio a la gasolina en el 2013 fue de 105,287.5 millones de pesos. Es decir que de los recursos del Estado se gastaron más de 100mil millones de pesos para que los automovilistas compraran gasolina barata y no pagasen su precio real. Nos quejamos del precio de la gasolina pero en realidad en México la gasolina es una de las más baratas del mundo, incentivo para tener un automóvil.

Industria inmobiliaria orientada al consumo del automóvil

Los reglamentos de construcción obligan a que exista una sobreoferta de estacionamientos, y así además de incentivar el consumo se genera demanda inducida de tráfico en ciertos puntos de la ciudad, pues las calles alrededor de los estacionamientos no están diseñadas para una carga de automóviles que se equipare a la capacidad de dichos estacionamientos. Los estacionamientos deberían de hacerse en función de las calles aledañas, no de los edificios a los que pertenecen. Esto como medida para desincentivar el uso del auto y disminuir el congestionamiento.  

Esquema fiscal permisivo

Como mencioné antes, la gasolina no sólo no tiene impuestos por emisiones de carbono, sino que es subsidiada. Por otra parte, el impuesto a la tenencia vehicular es eliminado en muchos lugares del país, y en otros, como en el DF, su pago es subsidiado hasta en un 100% en muchos casos. Mientras que es eliminado o subsidiado, no es sustituido por nada, generando agujeros fiscales y promoviendo el consumo del automóvil.

Expedición de licencias poco regulada

En México es muy fácil obtener una licencia. Sólo necesitas tener un comprobante domiciliario, una identificación oficial y el dinero para cubrir el trámite. No hay examen sobre los reglamentos viales, ni mucho menos un examen práctico. Cualquier persona sin la pericia necesaria puede, legalmente, conducir un automóvil en México sin mayor restricción que poseer uno y pagar una licencia. 

Desde la política pública la oferta de alternativas de movilidad (bicicleta, transporte público, calles peatonales) se inclina hacia el uso del automóvil, y si bien los distintos medios de transporte no son excluyentes entre sí, las calles sí hacen excluyentes a las alternativas de transporte, privilegiando siempre al automóvil.

Y este consentimiento al auto no es fortuito. Los grupos de presión política, cabilderos en los congresos y representantes de las industrias automotriz y energética han metido las manos en la legislación y en la ejecución de las políticas públicas, así como en la construcción de infraestructura urbana para que así suceda. Con una planta de Volkswagen en Puebla, otra de Audi en construcción, una nueva de Nissan en Aguascalientes, además del anuncio que hizo presidencia sobre la creación de la primera planta de BMW en México, es notorio que en el gobierno se ve al crecimiento de la planta vehicular en México como una opción para el desarrollo económico.

La automotriz es una industria que representa un porcentaje considerable del PIB (4%), además de un gran número de empleos (más de medio millón hasta 2011). ¿Pero hasta cuándo seguiremos jodiendo al ambiente sólo por el desarrollo de la economía? Entre más pronto optemos por alternativas reales, mejor.

Todo lo anterior se integra en ciudades caóticas, cuyo desarrollo mismo está orientado a aumentar la demanda de automóviles, y gran parte de la ciudadanía lo empieza a ver como una necesidad, y no como la alternativa cómoda o lujosa. ¿Qué genera esto? Medidas reactivas y de contención, como el “Hoy no circula”, que en realidad no sirven de mucho si no se acompañan con un paquete de alternativas de transporte que respondan a la demanda de movilidad que la ciudad reclama.

(Fuente: animalpolitico.com)

Depende de nosotros hacernos conscientes de qué ciudades tenemos y qué ciudades queremos, y actuar en consecuencia. Podemos empezar con acciones simples: exigir un mejor transporte público (todos nos quejamos, pero conozco a pocos que realmente lo exigen en los espacios adecuados), exigir más infraestructura ciclista y peatonal (tendencia que poco a poco va ganando terreno en las principales ciudades del país) y finalmente usar menos el automóvil. Pensemos si para todos nuestros recorridos es estrictamente necesario usarlo, o si podemos usar otras alternativas. Recordemos que al usar el automóvil, independientemente de la tarea que estemos realizando, estamos contaminando, generando caos, ruido, e impidiendo que muchas otras personas que no usan automóvil se desplacen mejor.  

No se quejen del tráfico si ustedes mismos lo generan. Mejor dejen de ser parte del tráfico y exploren alternativas.