Es en un momento de catarsis en el que de pronto se proyecta un potente sonido que castiga. Las...

Aquí me quedé, en mi nuevo texto de esta semana. Después recibí una noticia muy poco placentera. Dejé de escribir. Luego pensé que retomar el texto sería terapéutico.

En realidad no todo está mal. Hay peores cosas, sin embargo no me puedo poner en el lugar de una mujer del Congo violada a órdenes del maldito dictador, o en los zapatos mojados del padre de familia más pobre de la zona afectada del Valle de Chalco. No puedo. No estoy en esa situación. Me da mucha pena, pero a mi me conciernen otras cosas. Aunque la verdad, en esta etapa de mi vida, no sé qué me puede corresponder. Me siento como adolescente sufriendo confusiones.

Hace poco platicaba con mi hermana y le decía que las cosas están así por el momento. Trabajando duro, el esfuerzo se ve recompensado y ahorita somos nosotros quienes ayudamos a los demás, porque algún día los demás nos ayudarán a nosotros. Hasta yo me creí ese “bullshit”. Pero es cierto.

Unos tristes, otros felices. Los estados de ánimo son tan efímeros como las promesas de nuestros políticos. Pobres diablos.

Hoy no voy a hablar mal de México. México habla mal por sí solo.

Muchas cosas son motivo de tristeza: la enfermedad, la pobreza, la riqueza, el desprecio, el trabajo, el desempleo, el PRI, el PAN, el PRD. Muchas cosas.

A veces me pone triste la música que ponen en esta oficina, a veces no. A veces el mísero internet. Bueno, eso casi siempre. En ocasiones me pone triste la mala ortografía o la imbecilidad sin fronteras.

Alguna vez leí esto: “No estás deprimido, estás distraído”. Lo escribió Facundo Cabral, creo. Te puedes imaginar caminando directo hacia una alcantarilla abierta mientras tu vista está dirigida a otro lado. Te vas a dar un chingadazo, probablemente llores, pero no es algo que te quite la felicidad, la vida continúa.

Yo por eso prefiero cantar. Tomar la alternativa, un modo diferente de satisfacción. Y les voy a describir en una palabra lo que es para mi cantar: Vida. La medida perfecta para la ventura.

En nuestro país y fuera de él, hay cosas peores que lamentar, pero a veces confundimos la desesperación con la tristeza. Episodios de angustia que al final siempre ven la luz.

La crisis, la indiferencia de algunos ante la ruina de otros, el clima, la mala educación, el sexo, la historia, el inefable panorama, la insoportable cachetada que te da la vida. Todo se combate, todo se cura de una sola forma.

Cantando. Se los digo por experiencia.