Y de pronto. 
De todas las cosas que existen en el planeta ¿qué te inspira? ¿sobre qué escribes? ¿sobre qué ilustras? ¿qué te propone la vida para que te tome como sorpresa en instantes inesperados? Saltos, vueltas, y recordar que el río siempre está estático. Todo cambia. La vida lo hace. 

Y de pronto.
Insensatez de los que ocupan los corazones de los demás. Viendo, resistiendo, combatiendo. Alma de lumbre que resiste y persiste. Abres la ventana y comienza el paraíso que vuelca los ojos, los llena, los ilumina y hace que todo valga la pena. El simple hecho de ver. De volar.

Y de pronto.
La voz me cambió, se volvió de otro. Maduró. Me mostró que el tiempo pasa, los años son severos, te toman y te descomponen. Es la lucha de “el tiempo pasa”, las conversaciones y las responsabilidades. Los pedazos de razón que cubren vidas y te entiesan la lengua. Pero ¿sabes? a veces es mejor ser blando, ser cancionero de las cosas, de la vida. 

Y de pronto.
Vestido de luz, colocando ansias y creaciones, disimulando historias, desmoronando virtudes y pensando más. Todo es más claro, te ayuda a sobrevivir y volver de la guerra. Que la voz te rescate, que la música sea el heroína. 

Y de pronto.
Es tan esporádica y convenenciera la creatividad que aparece y desaparece. Es cuestión de que encuentre trabajando. Vuelves, creces, crees, creas, converges, mueres viviendo. Tomemos en cuenta una muerte dulce, dócil, admirable. Una muerte que más bien es una siesta.

Y de pronto.
Está bien.