El brote del COVID-19, la incertidumbre y los esquemas de distanciamiento social planteados por los gobiernos sugieren implícitamente el desencadenamiento del cambio. La arquitectura se ha convertido en el nuevo eslogan para definir las políticas de salud y seguridad. La insalubridad y las enfermedades ponen a los espacios abiertos y su recuperación en las principales urgencias de la agenda urbana. La vida y la arquitectura Post-COVID serán significativamente diferentes. Esto implica que el arquitecto de hoy en día deberá derribar viejos paradigmas y rediseñar las nuevas estrategias que se adapten y transformen su contexto.

La valoración por los espacios abiertos y salubres nos habla entre líneas de una predilección por la arquitectura biofílica. El diseño biofílico busca la reconexión con el entorno y los sistemas naturales con el objetivo de proyectar y construir espacios sostenibles, saludables y productivos para sus ocupantes. Lugares diseñados con criterios biofílico reducen el estrés, potencian la creatividad y generan un bienestar generalizado. La desconexión con la naturaleza y aumenta el estrés, las características relacionadas con el diseño biofílico cobran más relevancia para responder a este problema.

Las teorías higienistas nacen en la primera mitad del siglo XIX y son aplicadas a la arquitectura y el urbanismo cuando se empieza a considerar la salud de la ciudad y sus habitantes. Así los postulados del movimiento higienista se centran en una arquitectura que promueve la iluminación y la ventilación natural misma que suministra la oxigenación de los edificios y a su vez facilita la limpieza interior. Desde mi particular punto de vista la arquitectura y el diseño siempre ha sido higienista, quienes lo hemos modificado somos los diseñadores que perdimos de vista al ser humano, razón de ser y esencia de la arquitectura.

El confinamiento y el distanciamiento social han dejado al descubierto dos grandes vacíos donde los verdaderos arquitectos debemos reflexionar y sobre todo de trabajar. El primero relacionado al aislamiento y la crisis del hábitat más que de la vivienda, ya que ésta siendo un derecho que no todos logran ejercer, la vivienda se ha convertido en un producto financiero que ha beneficiado sobre todo a desarrolladores y bancos, sino a ese espacio donde desarrollamos nuestra vida. La Real Academia de La Lengua Española (RAE) lo define de la siguiente forma: “Hábitat. Voz procedente de la forma verbal latina habitat (‘habita o vive’), introducida en español a través del inglés, que significa ‘lugar de condiciones apropiadas para que viva un organismo, especie o comunidad animal o vegetal”. El segundo es relativo a el distanciamiento social y la crisis de la convivencia humana o convivencialidad donde es ésta el núcleo que dinamiza el espacio arquitectónico y/o la forma humana de socializar.

Si la arquitectura es cultura, “Cultura” en el sentido esencial de modo o estilo de vida, de costumbre (la dimensión que Husserl llamó mundo de la vida); no puede sino expresar al ser humano en su naturaleza, que es cultural; y la socialización no está siendo convivencial, ¿Qué está pasando en el diseño del espacio arquitectónico que no ha sido capaz de amortiguar el impacto y reparar el daño?
Simplemente se deshumanizó.

Mtro. Fermín Sebastián Pérez Ficachi

Consultor en Estrategias Integrales de Diseño y Arquitectura

Universidad Tec de Oriente. La Universidad Tec de Oriente es una Institución de educación superior con programas innovadores y flexibles para ayudarte a alcanzar tus sueños profesionales.