Cuando escuchamos la palabra duelo, irremediablemente pensamos en la pérdida de un ser querido, dejamos de lado todo lo que envuelve el término y lo reducimos a MUERTE.

Ahora se preguntarán ¿“lo reducimos a muerte”? ¿No es en sí misma la muerte algo terrible? ¿Cómo puede una palabra TAN fuerte tomarse a la ligera?

Pues bien,  no es tomar a la ligera el término, es simplemente darle el significado adecuado, el valor correcto, en otras palabras no sobrevalorarlo ni minimizarlo. La muerte es lo que es y punto.

La muerte es el término de la vida. El fin de un ciclo físico para algunos, el comienzo de una nueva vida para otros. Hay quienes en palabras poéticas nos dicen que “La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene” (Jorge Luis Borges).

Sea como fuere cada quien se ha forjado un concepto propio respecto de lo que es la muerte y eso no lo discutimos, lo respetamos.

Pero volviendo al punto inicial hablemos del duelo para recordarles, y que tengan presente en su vida, que se define DUELO como (en toda extensión de la palabra) un proceso emocional, sentimental, afectivo y espiritual mediante el cual elaboramos las pérdidas.

Ahora bien, teniendo bien claro qué involucra el término duelo, podemos hablar de qué implica la vivencia del duelo como tal. Cuando vivimos un duelo pasamos por diferentes momentos que marcan esa experiencia y, no me dejarán mentir pero todos hemos pasado por ello.

Esos momentos podemos englobarlos en cuatro situaciones (siguiendo la línea de O’Connor)  tales como ruptura de los antiguos hábitos (dejamos de hacer lo que veníamos haciendo), inicio de reconstrucción (ponemos en orden nuestras metas, objetivos, nuestra vida), valoramos lo que tenemos o encontramos nuevos objetos de amor y por último terminamos y vivimos conforme nuestro reajuste.

Todo lo anterior lo hacemos en un máximo de 2 años, así que ¡cuidado! Si consideras que le estas invirtiendo más tiempo del necesario, en ese caso es posible que requieras consultarlo con un especialista.

Los invito a tomar cada duelo como un periodo para encontrarte contigo mismo, para platicar con tu interior, para tomar fuerza, para crecer espiritualmente y así tomar nuevamente el rumbo de tu vida, porque recuerda que tú eres tu propio camino.

Por último les comparto una frase de Voltaire:

“La vida está llena de espinas, y no conozco otro remedio que pasar rápidamente entre ellas. Mientras más tiempo pasemos sumergidos en aquello que nos lastima, mayor poder tendrá para dañarnos”.

Tómenlo en cuenta.