Vivimos en una era sobre explotada de comunicación, no podemos pasar un segundo sin que alguien nos quiera vender algo.

Es tanta la sobre explotación de mensajes que ahora pagamos para no recibirlos y
compramos una cuenta premium para olvidarnos del odioso “anuncio” que interrumpe
nuestra canción, nuestro video, podcast o película.
Y es que la publicidad se ha vuelto tan accesible para todos que hemos desbordado el vaso y hemos obligado a que las personas quieran alejarse lo más posible de ella.

El producto y la marca han pasado a segundo plano, ahora más que nunca lo importante es lo de adentro, sí, el insight que hará que tu marca se vuelva relevante para las personas y cómo contamos ese insight.
¿Y cómo conseguimos un buen insight? Observando, las mejores campañas son solo un reflejo de cosas que las personas ya hacen cotidianamente e inconscientemente, pero cuando se encuentran con un mensaje que refleja su manera de actuar, pensar o
reaccionar, es cuando la marca cobra sentido en ellos.

Ya no basta con tener un gran producto innovador, entre tantos mensajes que recibimos a diario, hace falta que las marcas también nos entiendan y sepan cuándo necesitamos
escucharlas, qué queremos que nos digan y sobre todo que lo que nos tengan que decir no sea una pérdida de tiempo.

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