La verdad es que, después del inesperado chispazo que supuso su anterior entrega, con lo de la calificación X, su bestialismo sin fronteras y sus guiños (inducidos o no) a Shakespeare o a Hobbes, esperábamos algo especial de este último latigazo de una saga que, se quiera o no, ha significado un complejo ... más» La verdad es que, después del inesperado chispazo que supuso su anterior entrega, con lo de la calificación X, su bestialismo sin fronteras y sus guiños (inducidos o no) a Shakespeare o a Hobbes, esperábamos algo especial de este último latigazo de una saga que, se quiera o no, ha significado un complejo vitamínimo para el atontolinado cine de terror de lo que llevamos de siglo. Pero nuestro escaso gozo, en un pozo: pese a que Kevin Greutert vuelve a coger las riendas, este "capítulo final" (ya veremos) chapotea entre los más pobretones de la franquicia. Ni el arranque impactante (una de las marcas de fábrica de "Saw") es respetado, ni el personaje principal (un pícaro superviviente de Jigsaw del tres al cuarto) mantiene el tipo, ni el amplio rosario de torturas justicieras (aserradas, tubulares y consabidas, salvo la de los nazis) alcanza el nivel de sadismo requerido, ni el cierre de tramas (sobre todo, la decepcionante reaparición del doctor Gordon) contentará a los fans, también maltratados por un insípido 3D que les esquilmará el bolsillo. Así que solo queda desearle a Jigsaw una feliz jubilación (Tobin Bell ya no cumple los 67) y que no vuelva para estropearlo aún más. (Javier Cortijo, Diario ABC)   menos«