Que si la devaluación, que si el desempleo, que si la pobreza, que si la desigualdad son los eternos problemas que padece nuestro país, la respuesta es sí; son complicaciones que traspasaron décadas y siglos sin que gobiernos, movimientos, líderes, medidas o políticas públicas las hayan frenado y mucho menos erradicado.

La pregunta es si pudimos evitar la penuria y cuál es el panorama que le espera a México en los próximos años. El siglo XXI trajo consigo una serie de cambios mundiales en lo económico, político y social, hoy, un país debe ser más abierto para la importación y exportación de sus productos y por ende, a las transacciones; así como plural y democrático en la elección de sus autoridades y toma de decisiones.

La triste realidad

El origen de México es muy diverso y complejo, desde las culturas que habitaron este territorio aun antes de la conquista española y después, en la época colonial y la independencia hasta la actualidad, lapso suficiente para acumular agravios y rezagos difíciles de manejar, ya sea por aspectos étnicos, geográficos, climáticos, etcétera.

Vivimos en un entorno violento y lleno de impunidad, pero también en una situación adversa, la caída del peso frente al dólar estadounidense no parece tener fin, somos un pueblo dependiente del vecino del norte, convertidos en un socio maquilador por excelencia, donde el impulso a la ciencia y tecnología es casi nula porque no inventamos, no invertimos, no desarrollamos y sí, consumimos todo lo ideado en otras partes del planeta.

Falta de visión

Para una nación con población creciente como la mexicana (desde la década de los sesenta) se requerían planes gubernamentales para sentar las condiciones mínimas para crear nuevas fuentes de trabajo (empresas), tales como la certeza jurídica, la apertura rápida, incentivos fiscales, entre otros; y de atracción de más inversiones en el extranjero para asegurar un oficio digno a cada persona en edad productiva para así cumplir con las metas de desarrollo en cada sexenio. Cosa que no se hizo.

Queda claro que el empleo es un derecho cada vez más escaso en México y mal pagado. En esta materia, la demanda supera por mucho a la oferta, es decir, hay más gente que egresa de las universidades en busca de puesto relacionado a su carrera o especialidad sin encontrarlo porque la economía no es tan sólida y siempre está sujeta a los vaivenes que marcan las superpotencias.

Desgracia total

En el ámbito político la falta de planeación y restructuración han derivado en un sistema obsoleto, inmóvil, corrupto y poco representativo. Los malos gobiernos a lo largo de la historia, sobre todo en el siglo pasado, provocaron un sobreendeudamiento de las finanzas, una burocracia más “obesa”, un régimen opaco e incapaz de cumplir con lo que dicta la constitución.

Hacer política en México requiere de un amplio capital para realizar una campaña masiva; a su arribo al poder, el mandatario debe enfrentar –o aliarse- con grupos fácticos (ambulantes, empresarios, narcotraficantes, medios de comunicación, etcétera) para su supervivencia y usar discrecionalmente las arcas o el aparato de justicia. Al final, se “auto-recompensa” por desempeñar el cargo y deja a un lado a quienes lo legitimaron.

Números y no calidad

Por contradictorio que parezca, hemos intentado de resolver estos asuntos a través de métodos cuantitativos y no cualitativos, en otras palabras, para aliviar el problema económico se han firmado innumerables tratados de libre comercio con diferentes naciones para, dicen los expertos, mejorar el flujo mercantil y así favorecer a la industria; y no en orientarse al emprendimiento, a la innovación, a la capacitación o en mejorar las necesidades básicas.

Asimismo, la política ha sido “fortalecida” con decenas de leyes, cientos de artículos y millones de pesos para ejecutarla y que sirva a los demás; no obstante, la eficiencia en la materia pasa por otros temas como la preparación, la ética y la voluntad de querer hacer lo mejor para la comunidad.

Más gente, ¿más dinero?

Los programas implementados para el combate a la pobreza y las acciones relacionadas al combate al narcotráfico carecen de organización y a veces de lógica; no es con la repartición de billetes o el despliegue de miles efectivos del Ejército o la Marina como saldremos adelante, nuestra población crece y será inútil “inyectar” millonarios fondos a la par de ésta.

Soluciones puede haber muchas (mejor educación, más fábricas, más apoyo al campo, más hospitales, por ejemplo), lo negativo de todo esto es que nunca se previó ni se actuó en consecuencia, las dificultades nos rebasaron a pesar de saber que tendríamos más gente…y requeriríamos “más de todo”.

SÍGUEME EN TWITTER:

@LccPibe