“Nada” es la respuesta cuando se pregunta qué pasará con el periodismo mexicano tras la muerte de Julio Scherer o qué sucederá con la relación prensa- poder ahora que el fundador de la revista Proceso falleció. La contestación es breve, se resume en cuatro letras que engloban una negación tal que no deja lugar a dudas.

La palabra “nada” (pronombre indefinido), quizá pueda sonar a pesimismo, no obstante, su utilización es apropiada cuando vemos que la mayoría de las empresas (medios) y personas (periodistas) dedicadas al procesamiento y difusión de la información en este país carecen de eso que llaman credibilidad.

¿Quién fue?

No es que Scherer fuera un mal periodista, al contrario, fue una persona que revolucionó esta profesión, denunció los abusos del poder y no se doblegó ante el mismo; investigó y publicó historias ocultas de políticos, narcotraficantes y demás personajes locales y extranjeros; detectó y formó nuevos cuadros reporteriles y sobre todo, fue congruente en su forma de pensar, de decir y de actuar.

El trabajo de investigación

Para desgracia de Scherer y los mexicanos, el periodismo se convirtió -desde hace poco tiempo- en un producto propagandístico más que un servicio informativo. Hoy, muchos periódicos (impresos y en línea) y noticiarios radiofónicos y televisivos han abandonado el trabajo de investigación tan necesario y han impulsado los contenidos “pagados”, “dictados”, de “golpeteo” o sin fundamento, además de las filtraciones que carecen del rigor y exhaustividad que dictan los reglas en la materia.

Diversificación de los medios

Los medios de comunicación fueron por décadas, el instrumento de control y manipulación del régimen surgido del partido único (PRI), con la alternancia en el año 2000, la radio, la televisión y la prensa escrita se diversificaron en cuanto a ideología y tendencia se refiere, asimismo, la aparición y penetración de un nuevo actor llamado Internet, disminuyó los costos en la producción, distribución y consumo de mensajes.

Julio Scherer García, falleció el pasado 7 de enero a causa de un choque séptico; empero, su legado permanece en la publicación que él fundó (Proceso) y en otros espacios y colegas suyos.

Periodistas en peligro…

Lamentablemente, los buenos periodistas se encuentran en peligro de extinción; pues sus patrones (o dueños) anteponen el interés económico (a través de convenios, canonjías, etcétera) que a fomentar  la búsqueda de la verdad y quienes escriben, narran o aparecen a cuadro, prefieren retomar el boletín oficial que la investigación a fondo del hecho, en otras palabras, los ingresos monetarios y el dato fácil son elementos imprescindibles en varios medios.

Scherer García se desempeño como Director General del periódico Excelsior entre el 31 de agosto de 1968 y el 8 de julio de 1976, fecha en que se consumó el golpe dirigido por el entonces Presidente, Luis Echeverría, con el objetivo de removerlo de la cooperativa e imponer a uno de sus alfiles, Regino Díaz Redondo. Dicho rotativo jamás volvió a ser el mismo.

La relación perversa

Hoy, la relación prensa- poder es tan diversa pero a la vez estrecha: gobernadores que aportan dinero a acciones impulsadas por los medios, alcaldes que pagan para que “su” información sea transmitida sin cesar, legisladores que aparecen una y otra vez en entrevistas “a modo” y candidatos que no son cuestionados por los reporteros.

Las cualidades de esta profesión (agudeza, honradez, iniciativa, pasión, sentido, dignidad profesional, dominio de la redacción, objetividad y aptitud adquirida) casi desaparecen, no sólo entre los “experimentados”, sino en las nuevas generaciones. Scherer fue un parteaguas, demostró que sí se puede tomar distancia frente a la autoridad, en una época en donde la información era monopolizada por el gobierno en turno, en donde no se permitían objeciones ni cuestionamientos.

Más libertad, menos periodismo

Resulta paradójico que en la era del Internet haya más libertad para expresarse; sin embargo, algunos todavía se decantan por el confort que ofrece el vínculo con la clase política. Ojalá que el periodismo post Scherer sirva para recordar que la denuncia y la veracidad deben salir a la luz y así, tener una sociedad más enterada.

Quienes trabajamos en el mundo de la información tenemos la obligación de mejorar para que algún día el “nada” se convierta en “periodismo schereriano”.

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