"Sólo aquél que toma sus ideas a la ligera es dueño de sus ideas, y sólo aquél que es dueño de sus ideas no está esclavizado por ellas", esta frase de Lin Yutang, un gran escritor chino, nos hace reflexionar que si después de tener nuevas vivencias y aprendizajes no estamos dispuestos a cambiar o mejorar las ideas, conceptos y conclusiones que a lo largo de nuestra vida hemos creado, entonces más que dueños somos esclavos.

¿Esclavos de quién? De nosotros mismos, pues decidimos no aprovechar lo que percibimos, razonamos y sentimos para crecer. A pesar de esto, hay dos buenas noticias: la primera es que la decisión de no ser esclavo está en nuestras manos, nosotros podemos liberarnos y más bien convertirnos en dueños. La segunda es que todo está bien; si no cambiamos hoy, cambiaremos mañana, si no es en esta vida, será en otra. No hay concepto inmaduro que se resista a la natural progresión de nuestro ser.

Pero porqué resistirnos si más bien podemos acelerar nuestro progreso; podemos soltar lo que nos esclaviza y ser dueños de mejores y más poderosas ideas. Como consecuencia gozaremos más la vida y transitaremos por ella de manera más sana y ligera.

Lograr vivir así no siempre es tan fácil, ya que normalmente nos gusta tener una opinión, tener un punto de vista, y defender nuestros conceptos; algunos lo hacen con pasión, moviendo las manos y con un gran tono en la voz, otros son más discretos, pero aún así defienden silenciosamente lo que piensan. Respecto a esto me viene a la mente una frase que leí por ahi del filósofo pacifista Émile Chartier "Nada es más peligroso que una idea cuando ésta es la única que tienes". 

Todos somos buscadores, pensamos y sentimos, por lo tanto es natural apreciar el conocimiento y los conceptos que vamos formando. A veces son opiniones de otros que hemos escuchado o leído y que ahora parafraseamos porque nos parecen adecuadas. Este proceso de búsqueda, análisis y conclusión es bueno y natural, y también lo es el compartirlo con quienes nos rodean. Pero si un día te das cuenta que estás defendiendo alguna idea a pesar de que tu conciencia te dice que tal vez hay una mejor -una más elevada o más adecuada- es cuando empiezas a ser esclavo. El ser tercos con alguien más o con nosotros mismos a pesar de sentir que podríamos ser más abiertos y flexibles, es una señal de que estamos dejando de ser dueños de nuestras ideas.

Por qué limitarnos y pensar que lo infinito es finito. Por qué pensar que la vida, la conciencia, Dios, nuestro ser, es sólo lo que hasta ahora entendemos de ello. Para contrarrestar esta forma de ver las cosas, podemos establecer como base que nuestro entendimiento y sabiduría siempre progresan –lo sepamos o no- y que lo natural con el tiempo es volvernos más sabios y no más tercos. 

Los conceptos, opiniones e ideas que tienes demuestran tu conocimiento, el nivel de conciencia en el que estás, es a través de ellas como te das a conocer, son un instrumento para expresar lo que piensas y sientes, son indispensables para comunicarte. El que no verbaliza y comparte sus ideas no es tan fácil de tratar, y por lo tanto no se da el goce del intercambio de ideas.

Intercambiar ideas con quien es dueño de ellas se disfruta, pues es firme en donde su conciencia buena le dice que debe ser, y es flexible y humilde en donde él mismo siente que se debe "rendir” ante algo mejor, ante un nuevo y más elevado concepto. Para ser alguien así, no temas cambiar tu opinión. Tu ser no está sujeto a las ideas y conceptos que tú mismo formaste. Aunque desconciertes a amigos y familia –quienes te conocen porque piensas y sientes de cierta manera- hoy da el primer paso: sé dueño. Eso significa que de aquí en adelante escucharás, serás más abierto, pondrás en tela de juicio tus conceptos, fluirás más, y serás más agradable; en resumen gozarás más la vida.

Los buenos conceptos, hábitos y actitudes, consérvalos; púlelos, perfecciónalos, trabaja en los detalles. Los conceptos caducos, suéltalos, con la frente en alto y dejando a un lado el ego, déjalos ir; adopta nuevos, pruébalos.

Así no nadarás contra corriente; el desgaste de ir en contra de la evolución de tu ser, no vale la pena, intranquiliza y enferma. El cooperar con nuestro entendimiento en cambio nos lleva a la evolución y al progreso, fuente natural de goce, alegría y juventud.

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