Cuando los Ángeles son tus cómplices…

Escribir genera una conexión directa con tus emociones, incluso con las que no puedes describir y, al mismo tiempo, es un deporte de alto riesgo, pues para hacerlo bien, debes de realizar un viaje al centro de tu propio corazón,  sin protección alguna. En este sentido, para mí, hacerlo bien es lograr trasmitir sentimientos, pasiones…  Las palabras correcta son aquellas que logran alborotarte el alma, y siempre estoy en busca de ellas.

En este momento, tras ese lacerante, apasionante, enriquecedor, salaz y temerario viaje, hemos llegado a uno pequeña meta que está compactada, acomodada en miles de palabras, de tal manera que den vida a una historia, misma que comparto con todos ustedes con el fin de completarla, ya que, como en cualquiera de las bellas artes, la labor es inconclusa, sólo queda terminada hasta que ustedes la aprecien, vivan, enriquezcan y retroalimente con su propia percepción.

Como lo comentaba en una reciente entrevista y aunque algunos letrados se paren de pestañas, al crear literatura mi compromiso no está con las letras, sino con las emociones que estas pueden generar.

Mi retórico legado quiero que sea de sensaciones, más que de textos, por eso busco con mis obras más cómplices, que lectores.

Si hemos estado “callados” estas semanas, es porque estuvimos concentrados en la etapa final de este proyecto. En unos cuantos días, tendrán en sus manos una novela de pasiones, amores y soledades… de secretos ajenos y propios. Una historia que nos demuestra que los ángeles pueden ser nuestros cómplices, y que el instinto, es un animal salvaje encerrado en una endeble caja de cartón.