La sorpresa generada por la visita de Donald Trump agarró mal parado a millones de mexicanos, y hasta a los más selectos intelectuales nacionales, ni que decir de los políticos de oposición quienes desgarraron sus vestiduras ante el agravio a la nación.

Se analiza la situación sin tomar en cuenta el fondo del tema, que en realidad resulta más sorprendente que la visita de Trump ante la complacencia del presidente Enrique Peña Nieto, quien tuvo que ceder y dar trato preferencial al candidato republicano al gobierno de los Estados Unidos, nuestro principal socio comercial y al cual estamos vinculados en una interdependencia bizarra pero necesaria.

Apunto desde este párrafo que el presidente Peña Nieto, no ha sido el único mandatario que ha tenido que guardar silencio, tragar orgullo, y soportar el escarnio de un pueblo que solo es bravo el 15 de Septiembre, cuando juega la selección mexicana aunque pierda, y nada más. En ese silencio doloroso y cómplice también se vieron envueltos bajo otras circunstancias los mandatarios del PAN, Vicente Fox Quezada, y Felipe Calderón Hinojosa con todo y el desgarramiento de huipil que hizo en redes sociales su esposa y potencial aspirante a la candidatura presidencial del 2018 por parte del PAN, la señora Margarita Zavala.

El señor Trump controvertido y fiel a su estilo, siempre ha recurrido a la bravata en aras de lograr sus intereses, no queda duda de la efectividad de su método ante la magnitud de su fortuna. Pero vamos por partes develando el misterio detrás del mito.

La relación entre México y el partido Republicano de los Estados Unidos es más complicada de lo que parece a simple vista. El partido Republicano está conformado por algunos de los más influyentes grupos de poder en Estados Unidos, muchos de ellos jugadores importantes dentro del complicado concierto global. Los republicanos se caracterizan por tener una cartera muy generosa y bastante suelta, a diferencia de los demócratas que son más liberales de pensamiento pero más conservadores con sus billetes.

Si piensa que esto tiene relación con los altos niveles endémicos de corrupción en México, ¡está equivocado!, simplemente son las reglas del sofisticado y frágil velo que separa los intereses público – privados en el marco de la globalización.

De regreso a julio 2012, una vez consumado el irrefutable triunfo de Enrique Peña Nieto abanderado de la alianza PRI-PVEM, en redes sociales algunos de los más influyentes y poderosos senadores de los Estados Unidos tuvieron un gesto de simpatía y reconocimiento a la victoria del presidente electo para los próximos seis años.  Lo mismo demócratas que republicanos vieron con buenos ojos el arribó de Peña Nieto a la presidencia de México.

¿Cuál es la cercanía entre el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto y el partido Republicano? Es una pregunta que tendrían que responder el mismo presidente, la Canciller express Claudia Ruiz Massieu, y el secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong. Ambos personajes con claras aspiraciones rumbo a la elección presidencial del 2018, el hidalguense con peso específico y camino recorrido, aunque carga a cuestas complejos conflictos de interés nacional, y la Canciller sin más méritos que los beneficios que le otorga el apellido, las glorias y los memorables discursos de su señor padre, pero la aspirina secretaria no da ninguna señal de potencial real.

El presidente Peña Nieto no tenía escapatoria ante eventuales cabildeos de los grupos de poder republicanos, era imposible sacar la vuelta ante tremenda embestida, cueste lo que cueste.

En la misma forma lo padeció Felipe Calderón en dos ocasiones precisas, primero cuando se destapó el escándalo del operativo “Rápido y Furioso”, ante el cual el presidente emanado del PAN y quien hoy promueve a Margarita Zavala, tuvo que apechugar y guardar silencio ante las primeras señales mediáticas de la Asociación Nacional del Rifle (NRA por su siglas en inglés), lo que se tradujo en un “Flojitos y Cooperando” por parte del gobierno de Calderón. De la molestia paso al silencio cómplice, de eso dieron cuenta en forma gráfica los magistrales trazos de varios cartonistas mexicanos.

Otro momento en que Felipe Calderón tuvo que callar y operar con sigilo y rapidez, ¿otro?, si otro y fueron muchos más, cuando se firmó el acuerdo de explotación de yacimientos de gas y petróleo transfronterizos, proceso que se realizó en la misma forma “Flojito y cooperando”.

Ese silencio cómplice de Felipe Calderón ante francos agravios al pueblo de México, son similares a lo ocurrido ayer durante la visita de Donald Trump, que nadie se dé por sorprendido.

Por su parte Vicente Fox en un hecho inédito se pronunció en favor de George W Bush, candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos de América. El joven Bush resultó ganador y la apuesta de Vicente Fox fue acertada, no así el trato de la administración Bush hacia México.

El presidente Enrique Peña Nieto estuvo mal, muy mal en la recepción a Donald Trump, pero lo hace con el antecedente de los mismos errores por sistema del gobierno mexicano de los últimos treinta años, lo mismo gobiernos del PRI que del PAN se han visto forzados al silencio cómplice antes las exigencias de nuestros poderosos vecinos.

Por más gritos y vestiduras desgarradas, el “Flojitos y cooperando” en la relación bilateral con los Estados Unidos de América seguirá siendo una constante. El sistema político mexicano no da para más, ni siquiera la reforma política reciente ha logrado mover a esa estructura anquilozada que se muestra incapaz y sin voluntad de enfrentar con dignidad los retos que oprimen a nuestro México, en especial los retos compartidos con los Estados Unidos.

@mapaestrategico