En el 2010, el gobierno de Australia interpuso una demanda contra Japón, al acusarlo de cazar ballenas bajo el irrisorio argumento de que el país del Sol Naciente lo realizaba para “analizar la competencia natural de las especies, y el ecosistema que habitan”. Australia aportó pruebas donde las cifras ofrecidas por los balleneros no correspondían a las cifras reales de piezas arponeadas
Después de cuatro años y más de cuatro mil 500 ballenas muertas sólo en el Antártico; la Corte Internacional de Justicia de la ONU (TIJ) ha ordenado a Tokio que revoque los permisos otorgados a sus connacionales para la captura de los cetáceos, los cuales se amparaban en la razón antes esgrimida.
No fue una decisión unánime, 12 votos contra 4 decidieron que los nipones no podían continuar su cacería anual de ballenas, rechazando así, su pueril argumento de fines científicos.
Cada año, desde 2005, el Programa de Investigación de Ballenas (JARPAII), ha permitido arponear cada año 50 rorcuales comunes y ballenas jorobadas y 850 ejemplares de rorcuales ali-blancos, al amparo de una argucia jurídica basada en una laguna legal en la Convención Internacional para la Reglamentación de la Caza de Ballenas (1946) para permitir la caza con fines tristemente comerciales.
Lo increíble de este fallo es que es vinculante y Japón lo acata, pues dicho país es parte de la moratoria de 1972 para conseguir una pesca sostenible que no amenace el futuro de la especie marina. Lo pasmoso es que no incluya las aguas del Pacífico Norte, donde Japón podrá seguir cazando tan hermosas bestias.
Aún más aterrador es que tanto Noruega como Islandia también matan ballenas y lo continúan haciendo con fines meramente comerciales. Pues al no firmar la moratoria citada, no pueden ser llevadas a Tribunal, y así, los citados países que presumen de una conciencia ecológica envidiada por el resto de las naciones, muestran que cuando se trata de intereses monetarios y alimentarios, la civilidad, las especies marinas y el mundo en general no les interesa un ápice.
Es una buena noticia la decisión del TIJ, el saber que hay naciones e individuos que velan y buscan mejorar nuestra tierra. Mientras tanto, sigue siendo terrible la actitud de otros humanos y países quienes cazan no importando que ciertas especies se encuentren en peligro. Esperemos que dicha actitud no nos lleve a que dentro de pocos años, los pequeños de hoy pregunten, como con otras especies: ¿y las ballenas apá?