Un 17 de agosto de 1896 un auto lesionó a una mujer que iba caminando y pese a que el vehículo circulaba a baja velocidad, los golpes en ella le causaron la muerte. Así fue que hace 117 años la primera muerte a causa de un atropellamiento sucedió. Ahora el décimo séptimo día del noveno mes de cada año se celebra el Día Internacional del Peatón para conmemorar esta historia y ahora exigir respuestas a sus demandas y propuestas para el diseño urbano incluyente.

¿Y por qué no lo celebramos todos? Después de todo, todos somos peatones ¿cierto?

Aun cuando muchos se atrevan a negarlo, todos somos peatones: unos en mayor y otros en menor medida, unos con más y otros con menos frecuencia, unos por poco y otros por mucho tiempo, unos en cortas y otros en largas distancias, unos en banquetas y otros en terracería o pasto, unos con zapato de marca y otros con tenis, con guaraches o descalzos; todos caminamos.

¿Aún lo dudan? Quienes no tienen coche, motocicleta o bicicleta, tienen que caminar, eso es obvio, está claro. Pero quienes tienen un medio de transporte propio podrían dudar de mi afirmación.

Sí, el señor que usa zapatos Salvatore Ferragamo es un peatón, dense cuenta: despierta, hace sus actividades de aseo personal, desayuna y entonces al salir de su casa camina hasta su automóvil que está justo en frente ¡Peatón! Por unos cuantos metros, durante muy pocos segundos, pero sí, se convirtió en peatón, lo mismo al llegar a su trabajo, al descender de su auto y caminar.

Pero la sociedad, la mercadotecnia, el sistema socioeconómico, las películas, las telenovelas y hasta el sistema educativo nos han vendido la idea del éxito enfocado en tener un automóvil caro, de lujo, bonito con muchos botones en su interior, un gran tanque de gasolina y por supuesto muy veloz, o cualquier cosa que evite que caminemos, que pedaleemos, que corramos, que nos esforcemos, que nos cansemos y sudemos.

Con esta misma idea el automóvil está cada ves más cerca de la cama del automovilista. Algún día el usuario pudo haber dejado el vehículo en una pensión a una cuadra de su casa, después se cambió a una casa donde podía dejar el auto en la calle junto a la baqueta de enfrente, luego fue más exitoso y vivió en una casa que tiene jardín frontal y puede estacionar su coche junto a la puerta de la casa, ahora que es mucho muy exitoso tiene una cochera dentro de la casa, físicamente junto a la sala o a la cocina. Ya no camina, no en la calle, está cada vez más alejado de la gente y de su condición social y humana.

¿Y dónde queda el peatón? Si seguimos creyendo que el hombre exitoso tiene un carrazo último modelo con gran caballaje y por supuesto increíblemente veloz, nuestras ciudades colapsarán. Hagamos cool el caminar, hagamos cool el andar en bici, hagamos cool el movernos en transporte público; que ir a todos lados en coche sea lo más perdedor del mundo. Hagámoslo.

Y por favor, que alguien baje de su helicóptero a Rafael Moreno Valle para que recorra sus grandes obras a pie y descubra lo complicado que es caminarlas o pedalearlas. Hágalo.

Ya saben, recibo sus comentarios, dudas y mentadas de madre en Twitter en @el_sexy