~~Vengo regresando del Puerto de Acapulco, no porque lo escogí como destino vacacional sino porque fui a un compromiso de corte social. La verdad es que estuve a punto de cancelarlo, las razones..... solo prendan su T.V. Mucha gente me dijo, -mejor no vayas, es como meterte al mismísimo  Infierno de Dante - . Terco como soy yo, decidí jugármela, no por tierra pues ya oyes historias de gente que se ha quedado varada en la carretera por más de 10 horas, así que opte por la vía área partiendo desde la ciudad de México ( Al final, creo que hice mas horas que si me hubiera ido en dodge... patas).

El viaje realmente fue exprés, pues llegue el sábado para regresarme el domingo en la noche, pero esas 24 horas que estuve me llevaron a algunas reflexiones que se detonaron involuntariamente desde mi trayecto del aeropuerto al Hotel. Resulta que al preguntarle al taxista si todavía había algunos extranjeros que se aventuraban a venir a vacacionar al puerto, el me contesto de manera inmediata que el ultimo güerito que había visto, había sido un Albino..... de nombre Pedro y era de Teziutlan !!!!!!

Una vez instalado en el hotel y con el tiempo apenas suficiente para llegar a mi compromiso, decidí tomar junto con mi esposa una copa de vino, para poder aprovechar los últimos rayos de luz del atardecer. La verdad es que ya había olvidado esas puestas de Sol Acapulqueñas, dignas de los mejores parajes turísticos del mundo. Bastaron esos escasos minutos en los que el sol  se va diluyendo en las profundidades del océano pacifico para que los recuerdos se me vinieran encima. Porque Acapulco, aunque olvidado en mi presente inmediato, fue una parte esencial de mi infancia y de mi terrible pubertad -diría mi sabia madre-.  Ahí pase inolvidables momentos que van ligados a seres entrañables que hoy ya no están conmigo,así como un sinfín de anécdotas y aventuras vividas en las épocas de la prepa y universidad.  -Si Acapulco hablara, mejor dicho rajara- pense.

Con la mirada perdida en el horizonte y con el océano pacifico como único testigo de mis reflexiones, me pregunte en silencio por que había olvidado este lugar tan especial. La respuesta inmediata fue el miedo y la inseguridad que nos han logrado encubar tanto los medios como los hechos. Los eventos más recientes que han afectado al Estado de Guerrero con la desaparición, tortura y muerte de los 43 normalistas, solo representan la gota que derramo el vaso (por no decir, la cisterna). El problema en esta zona geográfica es añejo y complejo (recordemos a Lucio Cabañas y su movimiento Guerrillero). Lo preocupante es que de alguna manera permitimos que la bola de nieve fuera creciendo hasta llegar a ser una avalancha de dimenciones colosales. La verdad es que no estamos en posicion de decir, que no vimos venir el problema, pues desde hace ya más de una década el Puerto de Acapulco comenzó a perder su brillo, opacado por los primeros indicios del crimen organizado. Empezó con delitos menores como es normal en cualquier destino turistico, hasta que paulatinamente el hampa tomo como rehén al Estado y a sus habitantes. Fue así como los turistas (tanto extranjeros como nacionales) actuando como ratas ante un naufragio, decidimos ( por que me incluyo) voltearle la cara al puerto y salir huyendo a las azules playas de la Riviera Maya. En el inter, los medios de comunicación se dedicaron a terminar de enterrar al Estado con una masiva campaña de desprestigio que lo coloco en uno de los destinos más peligrosos del mundo comparados con Libia y Afganistán. 

¿Dónde quedo ese Acapulco, destino de los Artistas y Jetseteros, así como de las familias comunes y corrientes como la tuya y la mía? ¿En qué momento permitimos que esto sucediera y por qué no le exigimos a la autoridad hacer algo en su debido momento? - Me pregunte, me pregunto y te pregunto-

Lo que está sucediendo hoy en Acapulco y concretamente en el Estado de Guerrero no fue causado por el Presidente en turno, es un problema económico- político y social que se viene cocinando desde hace más de 50 años y que todavía no sabemos cuándo tocara fondo. Los más optimistas dicen que la agonia que vive Guerrero es un tema transitorio y que hay rumores de que inversionistas como Slim y otros grandes tiburones en breve estarán invirtiendo millones de dólares en rescatarlo. Con todo respeto, creo que la situación no se va arreglar a billetazos, primero se tienen que cerrar las heridas históricas de esta población y luego el diseñar e implementar un plan estratégico para levantar esta entidad. Pero para que esto suceda tenemos que participar todos (Gobierno y Sociedad Civil ) y dejar esa apatía y conformismo que nos empieza a caracterizar como mexicanos. Reflexionemos que este cáncer de ingobernabilidad ya le pego duro a ciudades como Monterrey, famosa hace algunos años por ser ejemplo de unidad y prosperidad. Recuperar a Guerrero de las manos de la delincuencia, significa empezar a recuperar a México. Dejarlo morir, significa solo el principio del fin, pues esta ola de podredumbre, se comporta como una cadena de domino, donde en breve otra ficha va caer. ¿ Sera la nuestra? ........